Inmaculada Hoyos es una madre de ocho hijos y dos en el cielo, para la mayoría la conocemos como ‘Chiti’. Hoy viene a contarnos su testimonio a través de la vida de uno de sus hijos, Chema. Cuando tenía cinco años llegó a casa diciéndole que se le movía la mano, él insistía en que se movía sola.
Empezaron a pensar que pasaba algo, lo llevaron al hospital. En el hospital les dijeron que era un tipo de epilepsia y con la medicación que se le quitaría. “Después esos movimientos le pasaron por todo el cuerpo, iban a más, le volvieron a dar medicación y estar más tiempo en el hospital”, explica.
En ese momento Inmaculada estaba embarazada y tenía a sus dos hijas. “Los médicos decían que no parecía una epilepsia normal. Nos dijeron que le lleváramos a otro hospital y empezó a empeorar muy rápido”, recuerda. Ya no podía ni andar. Un proceso muy complicado de vivirlo al lado de él. En ese momento el único consuelo y arma que tenía fue el Rosario. “Con esas armas me fui al hospital, rezaba en el hospital a la Virgen de la Milagrosa y mi marido se llevó el libro de San Ignacio de Loyola”.
¿Qué puede hacer una madre cuando quiere arrancarle un milagro a Dios? La oración se intensificaba en Inmaculada. “Me hice unos ejercicios espirituales express. El Señor había utilizado la enfermedad de mi hijo para meterse en nuestros corazón”, expresaba. Pero Inmaculada en ese momento se lo tomaba como una lucha por su hijo.
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