Laura Serrano es una persona que según ella explica no ha tenido una gran conversión. Se crió en una familia cristiana y desde pequeña tuvo la certeza de que Dios existía y que la quería. Pudo comprobarlo con el propio ejemplo de sus padres, había visto siempre a su abuela con el rosario en la mano rezando.

También tuvo importancia en su infancia un momento importante donde a través de una amiga empezó a ir a un club de la obra, el Club Roca y aquello le enseñó además de que Dios existía, que era importante poner a Dios en el estudio, en cómo trabajábamos, en obedecer a los padres, en la vida de cada día. “Fui consciente y me acuerdo habitualmente de ello del día de mi Primera Comunión, la importancia que le di, sabía que recibía a Jesús y recuerdo de haber hablado con él después de comulgar y la ilusión que me hizo y de que era lo importante del día”, recuerda.

Algo que agradece enormemente a sus padres porque lo supieron hacer muy bien. Pasaron los años, y hubo dos circunstancias en la vida de Laura que la marcaron y que supuso el inicio de otra etapa distinta. “Más dura, pero también enriquecedora”, explica. Uno de los sucesos más duros fue el divorcio de sus padres que resultó ser muy traumático pero a la vez piensa que el Señor de alguna forma se apiadó de ella al ser hija única y le envió un ángel que es José Luis, su actual marido.

“Me ayudó mucho, porque me recogió él y su familia. Sus padres supieron convertirse en esos padres unidos que yo en ese momento no tenía”, resalta. Cinco años más tarde se casaron.

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