Raquel tiene 21 años y es de Medellín (Colombia) y evangeliza a través de las redes sociales. Nació en una familia católica y practicante, es la menor de los hermanos. Según Raquel vivió la fe como un cumplimiento pero no la vivía con coherencia. “Empecé a vivir muy superficialmente, muy vacía, iba de fiesta en  fiesta, era muy relativista y por querer ser aceptada por todos no hablaba sobre la fe”, explica. Pensaba que ahí estaba la fe y la felicidad. No solamente era muy incoherente en su vida sino que no defendía la fe cuando tocaba. 

Llegó la pandemia y se paró todo, también las fiestas. Todavía no se sentía tocada por el Señor. “Siento que los valores que me inculcaron mi familia supe discernir entre las drogas, el sexo que el mundo me ofrecía”, explica. “Empecé a ver la providencia de Dios en mi vida. Siento que tuvimos mucha abundancia”, cuenta. Recuerda cómo empezó a rezar el rosario con su madre. 

En este momento de su vida, Raquel tuvo una gran decepción amorosa en su vida. Pensaba que no valía la pena tener una castidad, ni tener a nadie en su vida. “Tuve una pelea con Dios. Me acuerdo que en ese momento en facebook vi una imagen de la Virgen”. El mismo día que le dijo a Dios que no quería ya que le presentara a nadie más. Esa persona que compartió esa imagen era un chico que le gustó. “Comprobé que no todos los hombres eran iguales. Conforme iba hablando con él me dí cuenta que se podía evangelizar y que mi vida era muy incoherente. El Señor fue transformando mi corazón”, sostiene. 

Era algo muy significativo porque fue dándose valor como mujer. El Señor fue cambiando su corazón y dándole la gracia para llevar una vida más coherente. “Me dí cuenta del regalo tan grande que Dios me había dado. Supe que la Iglesia quiere oprimir. No podía quedarme con ese tesoro que estaba recibiendo”. Empecé a compartir sobre la castidad y otros temas católicos. Extendió que la iglesia quería que Raquel fuera libre. 

“Descubrí la riqueza de los sacramentos y los vivía”.  Un tema que marcó mucho a Raquel, fue un momento vital donde pensaba que su madre estaba muriendo, era un día que ambas estaban rezando el rosario, no tuvo miedo de que su madre muriera. También estuvo metida en la Nueva Era, en la tendencia del positivismo. “Vi que esto no tenía que ver con el Dios verdadero. Ví que era una farsa”. Después de todo este camino pasó del cumplimiento al amor. Ese fue el verdadero paso. “Empecé a ver desde el amor todo lo que Dios nos ha dejado”, subraya. Se dió cuenta que todos los mandamientos eran hacia el amor, como un tesoro y una belleza. Era lo que quería empezar a transmitir, al Dios amor, no al Dios de cumplimiento.