El testimonio de Alejandra se gestó en los retiros de Effetá. Ella es una joven de Bogotá (Colombia). Se trata de un viaje al corazón de Jesús. Un viaje como bien explica a través de una barca. “Un agua que se purifica. Es una embarcación al corazón de Jesús”, comenta. Se trata de un marinero que quería una barca, Jesús se la regala, es pequeña y aunque era pequeña está muy feliz. La vida de Alejandra considera que ha sido muy bendecida. Su abuelo nació en un pueblo en Colombia dónde ha habido y sigue habiendo conflicto armado.
Al padre de su abuelo lo mataron y su abuelo decide dejar el colegio y crece como el hombre de la casa por el papel que le ha tocado jugar. Su abuela era una niña muy consentida, le preocupaba mucho cómo se veía, la etiqueta. Se conocen y su abuelo se enamora perdidamente de ella pero ella ya estaba comprometida. Pero finalmente se casaron, a pesar de que la veía como una mujer inalcanzable. “Forman una familia con los valores como el respeto, como la Sagrada Familia”.
La familia es la base del hogar y Alejandra nació en el seno de esta familia. “Nosotros debemos tomar esas virtudes que tiene el Sagrado Corazón”.Su tío menor sufre de un tumor de la cabeza y esta cruz es la razón por la que su abuela dirige su mirada al Señor debido a la enfermedad que estaba pasando.
“Mi abuela recibe un mensaje de la Virgen, que no tenga miedo y que todo va a estar bien”, explica. Ahora los desfiles de moda que hacía la abuela iban para Dios. “Es mi abuela la que me presenta a Dios. Llega un momento en que mi abuela me dice que no había puesto en primer lugar a Jesús”. Su tío por otro lado debatía entre la vida y la muerte tras 19 horas de operación. Sanó milagrosamente de la enfermedad. Su abuela le dió a Alejandra el corazón de Jesús para que esa misión que ella inició pudiera transmitirse a su nieta.
Tenía 15 años en ese momento y Alejandra tenía muchas máscaras. Su padre se dedicaba a darnos todos los bienes materiales posibles, dedicado sólo al trabajo. “La máscara de agradarle a todo el mundo, al final de cuentas no tenía ni idea de quién era. Fue muy difícil encontrarme”, explica. En este momento acude a un retiro al que le invitan. “Ahí me doy cuenta de que Dios no vive en el cielo lejano sino que vive dentro de mí, en mi corazón.
En esa época además aparte de las máscaras era la masturbación, beber y gustar a los demás”. Tenía que estar en esos círculos para ser alguien y pertenecer a ese entorno. Al ir al retiro no significaba que las circunstancias iban a cambiar pero era la primera vez que le explicaban que ella era templo del Espíritu Santo y lo que era la castidad. Después de este retiro abren el retiro para jóvenes Effetá en Colombia, ella era amiga de los que lo organizaban. “Effetá cambió mi existencia. Es ese lugar seguro. Dónde puedes hablar de cualquier cosa que la gente te va a amar”.
¡No te pierdas este precioso testimonio! Puedes seguir a Alejandra aquí: https://www.instagram.com/alejandraariasochoa/?hl=es
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