Marta tiene 53 años, casada y madre de dos hijos de 24 y 17 años. Es médico de profesión en un hospital de Mallorca. Marta tuvo una conversión en el 2012 pese a vivir en el seno de una familia católica numerosa. “Tengo el don de Dios de poder haber hecho Medicina que ya me gustaba desde los doce años. Me gustaba todo lo que tenía que ver con la Biología”, explica. Marta es médico nuclear, estudió la carrera en Pamplona.
La teoría sobre la fe la tenía presente pero se acordaba poco del Señor. Como todo le iba bien, para qué iba a pedir ayuda. Y es que se ha vivido en una época aquellas generaciones de mucho esfuerzo, méritos y exigencia. Se casó con 28 años y se trasladó a vivir a Mallorca dónde tuvieron a su segundo hijo. “Dejé de ir a misa los domingos hasta la comunión de mi hija, siempre había otros planes mejores”, recuerda. Un 23 de noviembre del 2012 fue el día clave de su conversión. Alguien le nombró Medjugorje y le contó un poco la historia de ese lugar. Empezó a indagar en el ipad sobre esta historia y lo leía incrédula sin creerse nada. Mientras tanto su marido le compartía un testimonio que había visto sobre la conversión de María Vallejo-Nágera.
“Tuve una gracia, una conversión tumbativa. El Señor me salvó en ese momento. Estaba pasando unos años cuestionando mucho a mi marido dentro de mi exigencia. Incluso había pensado en separarme”. Dos días antes de su conversión llegó a su límite de no poder más y ese día llegó a sus manos un evangelio que apareció por su casa, un evangelio pequeño y verde.
Le preguntó qué tenía que decirle ese evangelio y el mensaje que tenía que decirle era: “Toma tu cruz, niégate a tí mismo y sígueme”. En ese momento Marta pidió ayuda y al cabo de unos días fue cuando escuchó el testimonio de María Vallejo Nágera. “Tuve en ese momento el don del entendimiento y empecé a comprenderlo todo. Perdí totalmente el miedo a la muerte porque quería encontrarme con el Señor”. Del mismo modo tuvo un gran amor de repente a la Eucaristía. No se había dado cuenta de ese cielo en la tierra que era la misa.
A partir de ese momento en su profesión como sanitaria pudo comprobar que había misa todos los días a las 11 de la mañana. “A través de la Eucaristía ves la transformación, te va enseñando. Me entró una gran sed del Señor. Fue un cambio muy grande lo que pudieron ver en casa”, cuenta.
¡No te pierdas el testimonio completo, te sorprenderá!
0 comentarios