María Paula Giraldo es de Colombia y viene a compartir la generosidad y el amor que Dios ha tenido con ella. Un amigo siempre le ha dicho que el Señor nunca le ha soltado de la mano. Y es que se supone que nunca le había faltado momentos dónde le ha faltado el amor. Nació en una familia católica conservadora practicante. Sus padres tuvieron la fortuna de participar en una comunidad católica llamada Lazos de Amor Mariano. Allí se abrió las puertas para su familia de una gran herencia que transmitió a María Paula. “Me dieron la oportunidad de vivir una vida con Dios. Me consagré a la Virgen desde muy pequeña. Pude ver el servicio de mis padres para reconstruir familias”, sostiene. A los 8 años de edad daba pequeñas conferencias sobre la vida de los santos y a hablar sobre la Virgen.
Cuando era pequeña tenía un complejo con su físico porque era gordita y algunas compañeras se lo comentaban. Estaba muy acomplejada. “Era una tortura verme al espejo, no me gustaba lo que veía. Trataba de agradarle a los otros y por eso no me agradaba a mí”. A los 9 años se enfermó y empezó a bajar de peso a causa de esa enfermedad. Se puso ciertamente contenta porque empezaba a agradar a la gente. “Me obsesioné con el ejercicio y las calorías. Bajé aceleradamente de peso hasta el punto de que mi organismo tenía cerrado el paso de la comida”. Sus heridas le hicieron volcarse en un un un inicio por lo superficial. Estaba muy por debajo de mi peso, su médico le comentó que si bajaba más de peso sería diagnosticada de anorexia. No quería verse así y empezó a hacer un esfuerzo sobrehumano para no verse en esa situación. “Me parecía traumático, eso fue gracias y misericordia de Dios. Dios me sacó de ahí y se lo agradezco”.
En la medida que entraba en la adolescencia las cosas de Dios ya no le parecían tan atractivas. En ese momento le interesaban las cosas que le divertían. “Seguir a Dios y rezar todos los días el rosario no era tan cool, me llené de pereza y abandoné todo esto que mi familia me había inculcado. Todo eran excusas”, reconoce. Su madre le propuso ir a la iglesia para formarse e involucrarse en las actividades. Se mentía a sí misma y ponía excusa para no ir. Era buena estudiante y cuando terminaba de estudiar pasaba tiempo con sus amigos, prefería eso antes que amar a Dios y dedicarle tiempo a su alma. Era una amante de los reinados de belleza. “Su modelo a seguir eran las modelos, no era María. De lo que me dí cuenta luego era que todo ese esfuerzo que hacía por su físico lo hacía de cara a los demás”. Buscaba aprobación.
¡No te pierdas este impresionante testimonio! Puedes seguir a María Paula aquí: https://www.instagram.com/mapu_giraldo/
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