Su padre fue un responsable del Partido Comunista de España en los años 30, tras la Guerra Civil Española fue juzgado y condenado a pena muerte por ser activista, luego se conmutaron por cadena perpetua, pero salió pronto de la cárcel. Con estos antecedentes, el Padre Cabrera vivió en un ambiente ateo donde el Partido era la religión oficial de su casa. En su adolescencia tuvo una pandilla con la que acabó rozando la delincuencia.
El padre Quique es el segundo y último de dos hermanos, su familia siempre se distinguió por su compromiso político. Su padre fue un militante del partido Comunista de España. En el año 1942 siendo muy joven, fue detenido y condenado a la pena de muerte que después fue conmutada por la cadena perpetua. «Tampoco había un ambiente muy recargado pero era lo que se respiraba y era lo que yo respiré», explica. Al llegar la Transición hizo su Primera Comunión porque era lo que tocaba.
De su padre recuerda que era una figura a la que él tenía una gran admiración por su valentía y compromiso. «Mi padre a pesar de declararse ateo en el fondo creo que era profundamente creyente porque su religión era la honestidad, la justicia, era la verdad y pensaba que este era el camino para defenderla», expresa. Cuando se celebró el funeral por su padre una cosa que contó de él es cuando le decía: «Papá, qué cerca estuvo siempre el Señor de ti.
Ya en el colegio el padre Quique comenzó a juntarse con malas compañías. «Para mi en ese momento el universo estaba vacío, Jesucristo era para mi una leyenda urbana y la iglesia era la culpable de todos los males de la humanidad», cuenta.
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