Daniel Tovar es de Colombia, actualmente vive en Miami. Viene a contarnos las maravillas que el Señor ha hecho en su vida. No ha sido un camino fácil pero si fructífero el que ha llevado. Nació en una familia muy normal, tiene una hermana mayor y sus padres hicieron lo mejor posible por darles la mejor vida. Su historia comienza cuando el Señor tuvo misericordia con él y le salvó de la muerte hasta en cuatro ocasiones. En el vientre de su madre, no había manera de que se quedara embarazada. Tuvo un embarazo con muchas complicaciones y nació antes de cumplir los seis meses. Fue un bebé prematuro, los médicos no le daban muchas posibilidades de vivir y la iban concienciando para que quizás no naciera con vida. “En ese momento mi madre se aferró a la fe y a que nacería sano. Gracias a esa fe de su madre fui un bebé normal y me desarrollé normalmente”. Ese fue el primer milagro. El segundo ocurrió en una carretera cuando en un accidente de coche Daniel sale disparado por la ventana. “De la nada aparece un señor conmigo en sus brazos y le dice que estaba bien. Ese señor desapareció de repente”, sostiene.
Los padres de Daniel se divorciaron ya desde pequeños. Su padre escoge no estar presente en la vida de sus hijos. Ahí empieza a crecer sin esa figura tan importante y estuvo muy entregado al deporte, sobre todo al fútbol. A medida que iba creciendo se daba cuenta cómo echaba en falta en muchas ocasiones esa figura paterna. “No tenía ese padre que necesitaba en ese momento”. Su vida transcurre normalmente. Y es que Daniel creció en una familia católica, recuerda cómo su abuela escuchaba la misa desde la televisión. Cuando entra en la universidad, como joven de la época, sale con sus amigos, su única debilidad eran las mujeres. La familia paterna también era de esa manera y él repetía esos mismos patrones. “Repetía los mismos patrones, de sexualidad desordenada y basura generacional. El no tener esa figura paterna lo hace más difícil.
Decidió irse a vivir a Londres y allí seguía con esa vida desordenada. Así, regresa a Colombia y de repente empieza a sentir mucha tristeza, nada le satisface, ni su trabajo ni nada en la vida. “Siento un vacío muy grande en mi corazón sobre todo los domingos. Hoy en día entiendo, por estadística, que los suicidios suceden este día”. Sigue su vida con esa carencia en su corazón y con la falta de Dios en su vida. En ese momento tenía un trabajo que detestaba y conoce a una persona que le acerca a Dios, esa persona era protestante. “Decido irme a Boston y en este grupo cristiano protestante tengo mi primer acercamiento al Señor. Él sabía que no podía iniciar este camino sin la oración”. Conoció a una chica pero no estaba en ese camino que le acercaba a la fe. “Con esta chica cometo adulterio y se casa a ella por lo civil. Decido separarme de mi esposa porque no estoy enamorada de ella y tengo otras mujeres fuera. Me empiezo a sentir muy culpable. Había días que me bañaba y me seguía sintiendo sucio, con ese olor a pecado.
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