Testimonio de conversión: Del Bullying, ocultismo y la herida de abusos a ​​sanar en un retiro

Abr 2, 2023 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Maria José Perez tiene 33 años y  nació en Bogotá (Colombia). Nació en una familia bonita, un matrimonio católico. Fue una niña muy amada y fue consagrada por la Santísima Virgen y desde ahí sintió que Jesús derramó su gracia. Se volvió una niña consentida por Jesús y por María. Creció en una familia con mucho amor y sus abuelos rezaban el Rosario. Su abuela le enseñó a amar a la Virgen. Por parte de su madre, su familia no era tan practicante. 

A los 5 años nació su hermana, ella es la mayor. Sus padres se casaron a escondidas y jóvenes, su abuelo no aceptaba el matrimonio. Desde el matrimonio es necesario la presencia de los padres y una parte de sus abuelos no estaban presentes, por lo que había ahí una herida. Sus padres tuvieron una época de mucha bonanza económica, sus padres la llevaron a un buen colegio, conocía la fe, hizo su Primera Comunión. Todo parecía feliz hasta que un día a los 9 años les dicen sus padres que tenían un problema económico y tenían que cambiarle de colegio. Con todo el amor y obediencia que tenía, lo aceptó. Su hermana, al ser más pequeña, no era realmente consciente de aquello.  Pasó de ver a sus padres en una buena posición económica a ser unos luchadores por sacarles adelante. María José protegía mucho a su hermana. Desde el colegio a María José le hicieron mucho bullying, cuando iba a ver a la Virgen. 

Entró en otro colegio y no duró mucho, la cambiaron a otro centro. Era muy inocente pero a la vez inteligente. Sentía que no podía compartir su fe con nadie, se sentía muy sola. Un bicho raro. La presión era tan alta que un día las niñas en misa le estaban molestando y le dijeron que nunca se había dado besos con nadie. Recuerda cómo ese fin de semana había una fiesta. Nadie le invitó pero una amiga se lo comentó. Su amiga la dejó sola, se fue con su novio. 

Había mucho ruido, fiesta, alcohol. Resulta que alguien le metió algo en la bebida y un chico le sacó a bailar. “Ese día me terminé dando besos con ese chico. Después de eso quedó mi realidad distorsionada. Me acuerdo que subí a un piso y había mucha gente y mucha promiscuidad”, explica. Con el efecto de lo que le habían puesto, se dió besos con tres chicos que estaban apostando por ella. “Yo solo quería salir y conocer. Me guardé eso en el corazón y no lo entendí”, cuenta. Cuando llegó el lunes al colegio las mismas chicas seguían burlándose de ella con la misma historia de que nunca se había dado besos. Ella contestó que se había besado con varios. “Me empezó a dar ansiedad. Me costaba hacer las tareas. La situación económica de mis padres no ayudaba”, cuenta. Sentía que tenía que responderles dando lo mejor. Su madre le decía de ir a la parroquia a buscar a algún grupo de jóvenes. Ella no quiso. 

Se graduó con honores y luego trató de entrar en la universidad. Sentía la presión. Fue a una universidad católica, estaba muy contenta. Pero comenzaron las heridas, el alcohol y las fiestas. “Quería ser una buena alumna, me gustaba leer y escribir pero no me quería. Parecía una carrera de modelaje, había mucha preocupación por el físico en todas ellas”, comenta. 

Comenzó una relación con un chico, duró un año con él. Tenía gusto por el ocultismo. “Quedó un poco de ocultismo en mí. Le gustaba la música celta. Así comenzó el ocultismo en mi vida”. No tuvo más novios. 

Conoció a otro chico pero no quiso conocerla más y eso la hirió. “Tomaba alcohol y ya soportaba y aguantaba mucho. No me daba cuenta que ya era una persona alcohólica, fumaba mucho también”. Los chicos con los que salía también fumaban marihuana, ella por suerte probó sólo un poco. Al año siguiente había otro chico en el grupo que la conquistó y se hizo su novia. Quiso tener relaciones sexuales muchas veces con ella y ella se negaba. “Se celebró una fiesta y en esa fiesta toman mucho alcohol. Me sentía tan mal que no quise irme con mi amiga para que sus padres no me vieran así”. 

Esa noche, su vida se partió en dos. Esa noche abusaron físicamente de ella. Se sobrepasaron con ella. “Más adelante tuvo relaciones con él y le obligó a tomarse la pastilla del día después, vivió llena de culpa y dolor. Me dijo que no iba a hacerlo padre a la fuerza, lloraba y lloraba”, cuenta. Su madre jamás se imaginó eso. 

En un retiro de sanación, Jesús le muestra que su bebé estaba en el cielo. “Hubo realmente fecundación. No sólo el abuso me hacía sentir culpable sino además había perdido una bebé. Mi sueño de tener una familia se estaba derrumbando”. Tuvo otra pareja tiempo después pero este novio tenía tendencias homosexuales. “Recuerdo que me gustaba bailar. Fue la salsa y el baile quien me enredó con él”, sostiene. 

Un día que salió de fiesta en el taxi sintió que el demonio estaba acechando. El taxista empezó a poner música, les comenzó a mostrar pornografía. No sabía qué hacía allí. El taxi paró y llegaron a una de las zonas más horribles de Bogotá y les llevó a un prostíbulo con la gente con las que iba.

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