Caro y Christian son un matrimonio de Colombia y en estos momentos van a esperar un hijo. La familia de Caro es católica, no es la más católica pero su madre sí le llevaba a la misa. Un día su tío le invitó a un grupo juvenil y de ahí se apuntó a una escuela de liderazgo. “Éramos inquietos. Todo camino en Dios empieza con una pregunta. De esta manera participar no vivíamos en el mismo barrio pero cada uno de nosotros teníamos una pregunta”, explica Christian. 

Cada uno se acercó a su parroquia de origen y fueron descubriendo poco a poco cómo Dios les llamaba. Un día a Christian le invitan a un retiro de otra parroquia. No tenía dinero para pagarlo pero el sacerdote le dijo que fuera. “Llegamos a este encuentro de liderazgo. Mi personalidad era más cuadriculada y él es más sociable. Nos empezamos a conocer porque nos tocó en el mismo grupo”, recuerda Caro. Cada uno viene de una historia familiar diferente. Ambos son los mayores de ambas familias. 

Nunca llegó a pensar que Caro iba a ser su pareja. “Vi en Caro que era una mujer celosa de Dios”. “En ese momento estaba en una depresión porque mi amiga había muerto. Teníamos que pasar más de un tema físico o espiritual para ver que había en la profundidad del corazón”. Finalizando el año se hicieron novios. En esta época se despertó en Caro el tema de la depresión, no quería salir de la cama. No quería trabajar, ni tampoco estudiar. 

Así comienza una relación dónde comienzan a descubrir entre ellos las máscaras, miedos y limitaciones. “Un día cuando empezamos, me mira y me dice que quería llegar virgen al matrimonio”. Cuando Caro le propone vivir en castidad le vinieron las palabras de su madre a su cabeza, del respeto y de tratar bien a la persona de al lado. “Yo dije para mí mismo que podía esperar. Pero que si ella me amaba podría reconquistarlo. Pero Dios nos fue conquistando y por gracia de Dios la castidad se convirtió en nuestra bandera”. Caro se da cuenta que tenía que salir de esa situación que estaba viviendo. Necesitaba acudir a una psicóloga católica.

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