Nacho viene a contar su historia aunque reconoce que el protagonista de esta historia no es él sino la Virgen y las oraciones de su familia. Su historia de vida se podría decir que es larga ya que su vida ha recorrido muchos países. Al final el Señor le ha traído donde está ahora. Su familia es una familia católica de ocho hermanos y 19 sobrinos. “En mi familia siempre se han preocupado de nuestra formación espiritual y de que seamos gente con valores, algo que me ha marcado mucho”, reconoce.
La infancia lo recuerda feliz, era un niño inquieto pero los estudios no acababan de dársele bien. Tuvo sus novias y estuvo hasta a punto de casarse. Cuando tiene veinte años empieza a frecuentar diferentes trabajos y distintos grupos de amigos. “Es el momento donde empiezo a salir con chicos. Eran gente muy influyente con un poder económico grande. Una vida de yates, de lujos, de viajes por aquí y por allá pero me daba cuenta de que mis amistades eran interesadas”, explica. Y es que lo que realmente buscaba Nacho era la libertad, y esto no le estaba dando lo que buscaba, por lo menos desde ese lugar.
Pasa el tiempo y va cambiando de parejas, de trabajos y así va pasando su vida. Más adelante decide no estar con ese círculo y acercarse más a personas que compartan más sus mismos valores. “Me doy cuenta que tengo que evolucionar por mí mismo. Encuentro un gran trabajo que era el trabajo de mi vida. Cuando regreso a Barcelona siento que estaba en un buen momento vital, tenía un buen trabajo, buenos amigos y me dio por dedicarme de lleno al fitness”, sostiene.
Al cambiar de trabajo, conoce a una persona por redes sociales y conoce a una persona por redes sociales de Australia. Decide dejar el trabajo e irse a vivir con él a Australia. “Decidimos comenzar a trabajar juntos en un negocio. Mi vida era increíble pero seguía sin ser feliz del todo”, relata.
En esos momentos, decide darse un año de viajes, sabático. Se encuentra con un amigo americano en Florida que le expresa cómo envidia su vida por tenerlo todo. “No entiendo por qué soy feliz, me preguntaba. Ahí cancelé el siguiente viaje que tenía programado y me volví a Australia”.
Vuelven a Madrid, y Nacho y su pareja deciden comprarse un piso juntos. “Sucedieron unos imprevistos y volví a casa de mis padres también para que vean que llevo una vida como mis hermanos y disfrutar de ellos que ya van mayores. Después de 15 años independizado me fui a vivir un año con ellos”, recuerda. Con su familia siempre se ha llevado bien pero sus padres estaban preocupados y rezaban por él. Ya que estaba con ellos comenzó a acompañarles a misa para satisfacerlos de alguna forma. “Llevaba sin practicar, ni confesarme igual 15 años. Mi idea era cumplir, ir con ellos a misa y después tomar el vermut”, dice.
Acudía a la eucaristía sin saber lo que decía el sacerdote. Un camino de fe que fue creciendo en él sin darse cuenta y que crece aún más en amor cuando nace su sobrino Pepito. Del resto de sobrinos no había podido disfrutarlos desde pequeños. “Experimento el amor desinteresado, ahí me doy cuenta que aunque yo intentaba cumplir con aquellos valores que mis padres me habían inculcado, había algo que no conocía y era el amor desinteresado. Me preguntaba muchas veces por qué no me enamoraba”, relata. Esto es algo que más adelante le enseña el Señor porque era algo que necesitaba saber. “Porque si no sabes que el amor es desinteresado, cómo vas a entender que Dios es superior, que te quiere y que te ama desinteresadamente sin que tú le des nada a cambio”.
En ese momento es consciente de que sus amistades y sus parejas en el fondo aunque fuera de manera inconsciente siempre estaba buscando algo a cambio. Empieza el cambio en Nacho y es consciente de que no está solo, de que Dios está con él. “Siento que mi vida no depende solo de unos años en esta vida. Empiezo a tener una visión más sobrenatural, más trascendental”, reconoce.
En este momento, en su familia empiezan a proliferar en su móvil mensajes sobre la Virgen de Fátima. Y es que desde pequeño, Nacho siempre tuvo una unión muy especial con la Virgen María de manera muy natural. Comenzó a leer cosas sobre la Virgen de Fátima, a leer todo lo que le iba llegando sobre este tema y se iba sorprendiendo de todo lo que iba descubriendo.
La oración para Nacho nunca había sido algo importante. Pero un día reza un rosario y realmente si le ve el propósito. “Es algo que me hacía sentir bien y cada vez rezaba más el rosario y profundizaba en la Virgen, algún testimonio de alguna persona que daba testimonio sobre ella”, explica.
En una de las ocasiones se encontraba viendo un documental sobre la Virgen de Garabandal. “Viendo el video me doy cuenta que lo que allí ocurrió era verdad y empiezo a notar mucho amor, ese amor crece y crece”, reconoce. Fue la primera conversación sincera con el Señor y comienza a entender muchas cosas de su vida.
“Entendí que lo que me estaba pasando era de la Virgen y me traía el Espíritu Santo y ese espíritu santo me traía un amor, una paz y un perdón tan grande y potente que no lo quería dejar”. Todo esto aconteció en poco tiempo. Ve con mucha claridad sus últimos años de vida y cómo el Señor le ha ido acompañando en todos sus años.
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Conoce a Nacho en sus redes sociales: https://www.instagram.com/nachodh/?hl=es
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