Sheyla Saenz es peruana y vive en Nueva York desde el año 2018. Sintió al Señor siempre presente en su vida desde su niñez. De pequeña iba a misa porque sus abuelos eran muy activos en la Iglesia. “En algún punto de la misa se acercaban adelante y mis abuelos entregaban la hostia. Esto me llenaba de mucha alegría sin saber por qué”. Era una actividad que podía disfrutar con ellos. Con su padre y sus hermanos se mudaron a la zona de la selva de Perú. En esta época se alejó del Señor y no acudía a misa porque ya no tenía esa persona que le animaba a acudir. 

Tuvo su primer novio, en esta primera relación buscaba ese afecto y ese amor que no recibía por parte de su padre. Después de un año de relación le engaña con una amiga. “Pensaba que me iba a quedar con él para toda la vida. Le reclamaba a Dios que dónde estaba y cómo había permitido que eso me ocurriera. Estuve deprimida”. Pasan los años y la familia regresa a Lima. Allí vuelve a conocer una persona de la que se enamora y tenían planes de casarse cuando terminaran sus estudios. “Esta relación también fue un fracaso porque terminó engañándome con una compañera de clase. Me puse triste, no quería comer. Por primera vez tengo un encuentro con el Señor”, recuerda. 

En aquel momento su tía ya pertenecía a la Iglesia, a la Renovación Carismática. “En la oración encontré calma, serenidad. Cada vez me encontraba mejor y no quería irme de la Iglesia”. Quería ser servidora de la Iglesia pero llegó el momento de viajar a Nueva York. Quería pasar Navidad allí. Su padre le dijo que esperara porque su padre viajaría a Perú para pasarlo allí juntos. “Me puse terca porque quería a toda costa ir a Nueva York ya que había conseguido la  visa”. Era un sueño que lograba, viajar a Estados Unidos. Se acerca a despedirse de su familia, quería también despedirse de su abuelo. “Toco la puerta de la habitación de mi abuelo y le digo que me iba a Nueva York, me despido de él”. Así viaja y cuando su padre regresa de Perú recuerda sentirse triste porque era la primera vez que pasaba la Navidad fuera de casa. Tenía que regresar a Perú de nuevo porque tenía que estudiar. Allí en Perú, un día estaba jugando con sus hermanos y vio a su padre llorando. “Me dice que mi abuelo acababa de fallecer”. 

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