Yova es de Costa Rica y viene a contarnos su conversión de pertenecer a la secta mormona a regresar al catolicismo. Nos tenemos que remontar treinta y un años atrás cuando sus padres conocieron a los misioneros mormones. Tocaron la puerta de la casa y se hicieron amigos de sus padres, Yova tenía solo tres años. “Una de las estrategias que ellos utilizan es la amistad, después de que se produce esta amistad ya empiezan a enseñarte sobre Dios y sobre Jesús para que se vea que son como una religión cristiana”, explica. Después de convencerles de ésto, sus padres se bautizaron y a partir de aquí comenzaron a ser líderes. Les dieron una asignación y un llamamiento.
Cuando le dieron esta misión, se sentían importantes en este nuevo círculo de amistades que habían creado. Así, profundizaron en la doctrina mormona poco a poco. Yova tan pequeño iba dónde sus padres le llevaban. “Empecé a ir a una escuela dominical para niños. Allí estuve toda mi niñez hasta los 9 años”. Con esta edad a Yova lo bautizaron. Ya eran miembros de la iglesia mormona. Sus padres en estos momentos vivían en un sube y baja porque no eran tan activos y antes de ser mormones como todas las personas habían tenido una vida de mundo. Conocían lo que era ir a la playa, salir a pasear o faltar un domingo a misa. Para ellos era normal faltar un domingo a misa.
En ese momento que ellos estaban fríos, su abuela materna les propuso a sus padres que los niños hicieran la Primera Comunión ya que no se sabía lo que podía ocurrir en el futuro o si se llegaban a casar con una mujer católica. Ese era el pensamiento en aquel momento. Sus padres vieron con lógica lo que la abuela proponía. “Hicimos la Primera Comunión mi hermano y yo, pero la hicimos por compromiso”. Aún así, seguían asistiendo a los mormones, era totalmente contradictorio.
En realidad, ahora con el paso de los años lo considera como una ventaja sin saber en aquella época lo que le iba a deparar el futuro. Fue creciendo, así llega a la edad de doce años. Aquí, ya a Yova lo separan de la clase de niños para comenzar en una de jóvenes. A los catorce años acude a una clase especial llamada seminario y aquí estuvo a lo largo de cuatro cursos. A los 12 años a los hombres les dan el sacerdocio pero le llaman el sacerdocio aarónico, un sacerdocio mejor que es para los jóvenes dónde éstos pueden bendecir la santa cena, prepararla y repartirla. “Así empecé a ser sacerdote mormón, un mormón cien por cien entregado porque desde niño había recibido una doctrina y fue lo que se me fue quedando”, reconoce.
Vivió muchas experiencias interesantes, conviviendo con culturas diferentes. Se marchó a otro país como mormón dejando a su familia en Costa Rica como misionero durante dos años. En ese tiempo tuvo la oportunidad de conversar con muchas personas. “Conversé con pastores protestantes, con ancianos de los Testigos de Jehová, con ateos y además con dos sacerdotes católicos”.
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