David nació en México y viene de una familia numerosa de cinco hermanos. Su madre siempre les instruyó en la fe, les leía libros y les inculca el Santo Rosario. Su abuela, por otro lado, le hacía repasar el catecismo, leer libros, ir a templos, peregrinaciones. Su abuela era de llevar la Palabra a cárceles, hospitales y diferentes lugares. “De niño era algo temeroso de Dios. Cuando hice la Primera Comunión me regalaron un librito de oraciones y recuerdo irme a mi cuarto a leerlo siempre”. Por parte de su padre no tuvo esas palabras de enseñanza, pero sí con el ejemplo.
Era una persona muy silenciosa. Recuerda cuando un día se quedó solo en la calle, no recuerda bien por qué, no tenía las llaves de la casa. “Fui al templo y estuve con el Señor un rato de oración y le dije que me avisara cuando llegaran mis padres”. Sonó una campaña, entendió que esa era la señal así que salió y en ese momento llegaron sus padres. Diosidiencias que como niño le llegan. Ya en la secundaria comienza a bajar esa espiritualidad que tenía. Se empezó a juntar con personas que le gustaba ver revistas impuras. “Te daban la revista, te invitaban a mirarla.
Uno de joven quiere encajar y es un gran error hacer esto con las malas amistades”, reconoce. Al igual que esto ocurría con las chicas, en ese entorno se retaban para ligar con chicas y David aceptaba ese juego para encajar. “Cometí ese error de hablar a las chicas en la calle. El error más grande que cometí fue cuando me declaré a una chica pero solamente para complacer a un amigo que estaba loco por ella y me retó a declararme”, comenta. Recuerda cuando un día la vio en la calle y ni siquiera la miré, simplemente al cumplir el reto dejó de hablar. Fue una situación que le dejó con mucho remordimiento y dejó de hacerlo. En la universidad continuó con las fiestas, el alcohol, el tabaco, el exceso. “Es un pecado porque te hace perder la razón”.
¡No te pierdas este precioso testimonio! Puedes seguir a David aquí: https://www.instagram.com/david_pazybien
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