Daniel Cardona es colombiano y viene a contarnos su testimonio. Todos tenemos sueños en la vida, pero no nos damos cuenta y damos de lado a los sueños de Dios. Daniel empezó a crecer con muchos vacíos. Su padre vivía sumergido en la lujuria, la pornografía y eso hacía sufrir al matrimonio. “Empezó a crecer con esas heridas desde el vientre de mi madre. Me empezaron a criar mis abuelos”, explica.
Cuando llega a la etapa de la adolescencia al principio no se caracterizaba por beber ni drogarse pero era habitual mantenerse en el mundo y salir con los amigos. En el camino de la vida continuaba con la idea de querer ser futbolista. Por este motivo cuidaba mucho su alimentación así como lo que bebía. Hasta que un día empezó una etapa oscura en su vida. “Una persona comenzó a introducirme en las adicciones. El alcohol fue la puerta a los vicios. Estaba con mujeres”, recuerda. Hubo una oportunidad para llegar al fútbol profesional y no pudo continuar ya que su familia no tenía tantas posibilidades económicas para que nadie le impulsara en la carrera que tanto deseaba.
Fue un momento en el que no sabía qué hacer con su vida, fue un momento para Daniel de crisis existencial. Como no tenía oportunidad laboral ingresó a un lavadero de coches para ganar algo de dinero. Se le habían acabado los sueños y como sentía una gran soledad que arrastraba desde la niñez, este amigo le propuso consumir cocaína, marihuana, éxtasis y muchas más variantes. “Aquí empezó el infierno para mí pero también para mi familia. Cuando estaba en este estado me daba por llorar sin parar. Sentía un vacío muy grande y no sabía de dónde venía”, comenta.
Cada cosa que hacía le llevaba a un nivel de más complejidad en su vida. Llegó a llevar armas encima. Un día estaba muy afectado por la droga y quiso dañar a una persona. “Me hice amigo de las personas que vendían la droga y me iba a meter en el mundo del tráfico y llevar esa droga a otros jóvenes.
El pecado desfigura al alma pero también al cuerpo. También se nota en la parte externa”, sostiene. “El vacío el único que lo puede llenar es Jesús. Seguía avanzando en este punto hasta el punto en que ellos tenían que cerrar el frigorífico. Insultaba a mi abuela. Creía ser libre pero estaba en una cárcel que cada vez me esclavizaba más”, reconoce. Un día su madre le propuso acudir a un retiro pero no puso mucha atención a esta propuesta. “En estos momentos pertenezco a la comunidad de Lazos de Amor Mariano. Mi madre fue a un retiro de ellos”, explica.
Esa noche eran las dos de la mañana, sus amigos acudieron a un prostíbulo, a Daniel nunca le gustó ir a esos lugares menos ese día. Cuando iba caminando él sentía que no tenía que ir. Regresó a su casa y en su cuarto sintió un silencio abrumador. “Ví un video de Jesús flagelándolo y ese mismo dolor de mis pecados, a mí me dolían. Antes de irme a dormir le dije a Jesús que me ayudara”.
¡No te pierdas el testimonio completo! Te emocionará. Sigue a Daniel aquí: https://www.instagram.com/daniel_car13/?hl=es
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