Jael nos viene a contar de todo lo que Dios ha hecho en su vida. Es el tercero de cuatro hermanos. Viene de una familia católica por tradición, la de era para él como una herencia sin preguntar si quería recibir esa educación. Siempre se sintió un hijo muy amado y deseado. Dios estuvo presente en su vida sin que el mismo Jael fuera consciente.
Con la llegada al mundo, llegamos a un mundo complejo donde no sabemos cómo administrarlo. Sus padres recibieron a Jael con el mayor amor del mundo. Vivió una infancia preciosa. “Iba a la eucaristía sobre los hombros de mi padre y cantaba Aleluya, Aleluya, gloria a Dios”, explica.
En los años de la adolescencia, la fe no fue creciendo a la vez que él iba desarrollándose. “La fe pasa a un segundo plano. Como todos los jóvenes empieza a despertarse en mí el ser partícipe de un grupo. Mi universo comienza a expandirse”, sostiene.
Su vida sigue creciendo con momentos memorables, y momentos difíciles. Pero llegó un momento clave para él y sus hermanos: la universidad. Allí hubo un momento donde para pertenecer a ese grupo que tanto anhelaba se inició en las adicciones, en las drogas. ¿Quién era Dios para Jael en ese momento? Había escuchado muchas veces hablar de él pero todavía no lo había experimentado. “Necesitaba una experiencia de encuentro con él. “Estaba metido en los vicios del mundo, la masturbación, la ludopatía pero me daba cuenta que tenía más sed y nada de lo que hacía lo saciaba”, explica.
Y es que la vida es una continua toma de decisiones. “La decisión tiene su sentido es la escucha a Dios”, relata. La vida de Jael sigue avanzando y en su idea de que teniendo dinero iba a ser feliz estudió unos estudios para lograrlo. A los 15 años a Jael le regalan una guitarra pero todavía no se atreve a llamarle como proyecto de vida.
Es a los 23 cuando ocurre algo que cambia su vida. Conoce a Jesús. “Estaba descubriendo que la dimensión espiritual del ser era real, eso hace que mi vida se pare. Con mucho temor me orillo en el camino de su vida. Empiezo a percibir una lucha espiritual. Escucho una voz que quiere renunciar a mis sueños, una semilla de muerte. Estaba contemplando la posibilidad de atentar contra mi vida”, explica.
Al mismo tiempo, Jael tuvo su primera experiencia de encuentro con Dios. Acudió a su parroquia. “Dios siempre se vale de personas. Estuvo en un lugar donde se sentía seguro y en paz. En su habitación tuvo su primera conversación con Dios. “Lloraba mi pecado, mi fragilidad. Me sentía como Adán escondiéndose del pecado. Sin embargo vi a un Dios que se acercaba con amor”, recuerda.
Conoce a Jael, su apostolado y su música aquí: https://www.instagram.com/jaelmusica/?hl=es
0 comentarios