Alejandro tiene 32 años y es de la ciudad de Tijuana en México. De pequeño iba a la escuela de los Legionarios de Cristo, sus padres daba importancia a la educación católica. A los 6 años sus padres se divorcian, la ruptura le hizo crecer con inseguridades y miedos. “A pesar de ello crecí con una madre amorosa que se desvivía por nosotros”, explica. Sin ser muy devotos, una familia les invita a unas misiones, ahí conoce a unos sacerdotes con los que tiene un fuerte vínculo. El tiempo pasa y dentro del movimiento Regnum Christi empieza a formar parte de diferentes encuentros y a ejercer liderazgo dentro de estos proyectos de evangelización. De alguna manera el vacío que dejó su padre lo cubre Dios. 

En la adolescencia ya comienza a vivir sus primeras tentaciones. Cayó en las garras de la pornigrafía y el alcohol. Utilizaba ambos vicios como un escape a esa soledad no ocupada por su padre. “El placer que el vicio me daba era una vía de escape. A pesar de esta adicción a la pornografía, luego se confesaba y seguía acudiendo a las actividades normales de la Iglesia”, explica. 

A pesar de haber recibido los sacramentos, su herida era muy dolorosa. En esos años, por unos balazos, matan a su amigo. Esa herida tardó mucho tiempo en sanar. Eran unos años de mucha violencia en Tijuana. En 2008 se mudó a la ciudad de Guadalajara para ejercer como colaborador con los Legionarios de Cristo. “Organizaba retiros, campamentos, conferencias y actividades que ayudaran a jóvenes adolescentes. Esto me llenaba el corazón”, cuenta. Termina este segundo año de colaborador y comienza la carrera de finanzas. 

La carrera para Alejandro fue todo un logro. Su novia de aquel momento se convirtió en su centro de atención. Ella cumplía todos los requisitos que buscaba en una mujer. Su familia le llenaba también. “Comprendí lo que era una familia a su lado”, recuerda. Vivía fuera de casa y eso suponía para él una gran independencia. Un día, en una situación de buscar agradar a otra persona, consumió marihuana. “La droga me producía una sensación de bienestar”, explica. Desde ese momento que probó esta droga, nada vuelve a ser lo mismo. 

Además comienza a escuchar rock de los 70 cambiando su modo de pensar. Estos ídolos se convirtieron en personas a las que imitar. “Ante la policía, el estado y la religión estas personas confrontaban al sistema. Este liderazgo me parecía auténtico” resalta. Llegó a la conclusión de que hasta ese momento había vivido en una realidad impuesta.Cuando su novia acudía a misa y adoración ya él no quería acudir con ella. Hubo un día en que tomó la decisión de romper con ella sin darle mayores explicaciones. La ruptura con su ex novia supuso también romper con Cristo. “Deje de ser ese niño bueno e inocente y comencé a generar un pensamiento en donde las cosas se debían de probar antes de nada”, cuenta. 

Tras dejar la relación empieza a llevar una dieta muy sana con sus hábitos alimenticios. La marihuana le llevó a ser una persona más introspectiva. 

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