Natalia Payán es actriz y es católica por convicción. Su familia es atea. No había figuras religiosas en su casa, sólo una virgen en su casa pero prácticamente escondida. Acudió a una escuela laica. Cuando era pequeña tenían una casa en el campo dónde había un rosario y así fue como se aprendió el Padrenuestro y el Avemaría. La señora le enseñó a persignarse y le regalaron un traje de la primera comunión. “Yo quería hacer la primera comunión pero mi madre no quería”, recuerda. Ahorró para comprarse el libro del catecismo. 

Un día fueron a la catedral pero no pudieron entrar porque no se podía. Su madre le comentó que rezara en su cuarto que no pasaba nada. Su madre terminó hablando con un sacerdote amigo de la familia y le terminaron bautizando. Comenzó a estudiar la preparatoria en un internado católico. “Me encantaba rezar todo el tiempo, me gustaba leer la Biblia. En algún momento me planteé ser monja pero se contraponía a su deseo de actriz que tenía desde pequeña”, comenta.

Regresó a México y comenzó a estudiar interpretación. De esta forma se fue alejando de Dios y de ir a misa incluso. En Irlanda recuerda que tenía una amiga que le resolvía muchas dudas religiosas. “No entendía en este momento mi relación con Dios aún así no le soltaba. No estaba tan comprometida con él”, cuenta. Dios siempre sintió que puso a las personas correctas en su camino. “Entré a trabajar en un lugar que no me gustaba. Renuncié sin un plan b”. 

Fue un momento de su vida dónde su vida se desordenó. Lo único que hacía era ver series, salir de fiestas y poco más. Un día una amiga le invitó a salir a una discoteca, esa noche se desmayó. Fue un momento clave dónde se planteó de verdad qué estaba haciendo de su vida. “Tenía un libro que se llama el Romance de Jesús. Fue un 18 de mayo que recuerdo como mi aniversario porque fue el momento dónde me cambió mi percepción de la vida”, sostiene. 

Entendió este momento de la vida como una prueba más que el Señor le estaba poniendo en su camino para forjar su carácter. Este lunes le invitaron a un encuentro con una chica de su edad dónde contó su testimonio. “Cree en Dios, limpia tu casa y trabaja por los demás” fueron las palabras que pronunció esa chica que se le quedó clavada en el corazón. A partir de aquí todo fue mejorando. Ella siempre quiso irse de misiones pero por edad no sabía si podía ir. “Quería hacer la confirmación antes pero comenzó la pandemia y no pude irme de misiones. Comencé a hacer el curso de confirmación por zoom”. Natalia era ya creyente pero su percepción de Dios era muy superficial. 

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