Javier Abad es padre de una familia numerosa de siete hijos. Hoy viene a contarnos su historia de cómo la enfermedad le acercó a Dios y a los que sufren.
El 18 de mayo de 2018 su vida cambió cuando salió del trabajo normalmente con dos compañeras más con las que compartía coche y yendo por la autopista ocurrió algo brutal: vino un coche de frente y chocaron. En ese momento el cuerpo de Javier quedó destrozado y una de las compañeras que iba con ellos en el coche falleció.
Con este accidente Javier se dio cuenta que como nunca se sabe lo que te puede suceder en la vida, es necesario estar preparado y estar en paz con Dios. “Recuerdo que el día de antes del accidente me había confesado con lo cual, estaba súper preparado, muchas veces lo pienso y digo si en ese momento hubiera fallecido hubiera sido más cómodo, fácil, hubiera ido al cielo pero sobreviví y tengo una misión que hacer en la tierra”, explica.
Lo siguiente que recuerda tras el accidente es que se encontraba en la unidad de cuidados intensivos del hospital Gregorio Marañón en Madrid. “Estás en una cama, ves los fluorescentes en el techo y te preguntas dónde estás y qué te ha pasado”. La situación de la mujer de Javier fue de tensión ya que la avisaron desde el hospital que fuera a recoger los objetos personales de él, sin ningún tipo de explicación más. Una anécdota curiosa que cuenta Javier es que cuando se despertó vió a una enfermera que era la monitora donde sus hijos iban a estudiar.
Las primeras palabras que recuerda que dijo a su mujer nada más verla es que quería que viniera un sacerdote para que le diera la unción de enfermos. “Cuando vino el sacerdote a darme la Unción de Enfermos, fue la sensación más increíble de toda mi vida, es como empezar de nuevo, me daban una segunda oportunidad”, explica emocionado.
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