Gerardo es de México y viene a contarnos su testimonio de vocación. De parte de sus padres, vienen de familia numerosa. Creció en una familia católica, practicante. Le llevaban los domingos a misa. Una familia de devoción muy mariana según explica. Su abuelo paterno le contaba que su abuelo le contara que rezara por Joselito. Ellos son familia de José Sánchez del Río.
No puede decir que fuera un niño que quisiera ser sacerdote. “Yo quería formar mi propia familia. Era un joven tranquilo”, explica. A pesar de llevar una vida normal para los años de adolescentes siempre se sintió fuera de lugar al contrario que sus amigos. “Me sentía el raro”.
Gerardo empezó la universidad a los 19 años, entonces había una oportunidad de trabajar. “Dentro de este trabajo, tenía la oportunidad de escaparme algún rato. En estos ratos me iba a la capilla y fue un primer acercamiento a los sacramentos”, recuerdo.
Era un chico muy enamorado. “Es muy raro que ya desde joven quisiera formar una familia. Las chicas empezaban a notar esto en mí y salía lastimado con las relaciones”, sostiene. Fruto de una decepción amorosa empezó a asistir al Santísimo. Un día llegó le dijo su madre que había un retiro de jóvenes. “En ese momento estaba medio enfadado y como sabía que mi madre era muy insistente le dije que sí, pero pidiéndola que no me insistiera”.
Antes de este retiro, tuvo una nueva decepción amorosa. Empezó a preguntarle al Señor qué quería de él.
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