Yudy Ramos es de Colombia, actualmente vive en Bogotá, es hija amada de Dios, esposa, madre, hija. Se considera una persona alegre y muy espiritual. Es la hija menor de tres. Mi niñez fue una etapa alegre, llena de paz y tranquilidad, de momentos en familia. Diciembre era una época que le gustaba por el hecho de esas reuniones en familia. De pequeña era una niña muy ordenada, disciplinada y con gusto por el deporte. 

Con su padre formaban un gran equipo. En el colegio les comentaron que se preparan para un encuentro íntimo con Dios a través de la Primera Comunión. Poco a poco fue comenzando esta relación con Dios acercándose a su palabra. Desde su niñez, Yudy era la encargada de hacer la oración y ser partícipe de las celebraciones especiales en el colegio. Ella se sentía orgullosa cuando le encomendaban estas tareas.

En el colegio cuando les comentaron un día los profesores que tenían tiempo libre para el libro que quisieran, Yudy eligió la Biblia. “Muchas veces no conocía lo que la palabra quería decir, pero la Biblia siempre estuvo presente. A los 16 años su padre, con el que tenía tanta relación, enfermó. “Sabía que mi padre estaba enfermo pero no sabía lo que tenía. 

Iba a hablar con una amiga y me encontré a mi madre hablando con mi tía que iba a acudir de manera inmediata a la ciudad”, explica. En ese momento es cuando es consciente que su padre tenía una enfermedad grave, un cáncer. No sabía cómo reaccionar y qué estaba pasando. El mundo se le viene encima y empieza a profundizar su relación con Dios. “Dije a Dios con mis palabras que sentía miedo de perder a su padre, que sufriera y que no estuviera tan presente. Le pedí que me abrazara”, recuerda.

En ese momento, en la casa había una Virgen de Fátima a la que se aferró en los momentos de soledad. Operan a su padre dos veces, en el segundo intento se dan cuenta que ya no había nada qué hacer. El médico que era amigo suyo les recomendó que se fueran preparando. El 23 de diciembre fallece, y el 24 de diciembre acuden al entierro. 

Las fiestas de navidades que era el momento en que más disfrutaba se veía desmoronado ante la ausencia de su otra mitad. Las primeras semanas fueron desgarradoras. “Me acordé que no estaba sola, recordé una conversación que tuve con Dios antes de que falleciera”, explica. Reflexioné y tuvo que discernir qué camino seguir a partir de ese momento. La opción era mostrar esa alegría que su padre quería para ella. 

Llega el momento de ir a la universidad pero aún se sentía perdida. En ese momento le dijo a Dios que quería se convirtiera en su padre.“Sentí que me dió un sí cómo respuesta y así sentí que me convertí de la niña de los ojos de mi padre a la niña de los ojos de Dios. 

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Puedes conocer más la obra y el apostolado de Yudy aquí: https://www.instagram.com/providenzaoficial/