María Valentina es venezolana y viene a contarnos hoy sobre su historia. Cuando era pequeña recuerda una frase que se le quedó grabada y es que no amas lo que no conoces. Esto fue clave para querer saber más sobre Jesús. Ella es comunicadora social y su familia es católica completamente. A su abuela le encanta rezar el rosario todos los días. Eso no significa que le resultara fácil confiar en Dios pero agradece que así sea.
Estudió en un colegio católica, es concepcionista. Ya en el colegio le decían que iba a ser monja. Dentro de las opciones estaba la de ser religiosa. “En un salón con muchos chicos que estábamos tratando de saber qué íbamos a hacer con nuestra vida. Salió esa opción”, explica. Todo comenzó en el primer capítulo de su vida. No siempre amaba a Dios como lo hace hoy. En el 2013 con doce años le diagnosticaron con escoliosis. Afecta al sistema respiratorio y cardiovascular.
“Mientras más consultas tenía los grados iban a aumentando. Estaba tranquila y no sabía que me iba a cambiar la vida. Me colocaron dos barras y muchos tornillos”, cuenta.Cuando despertó del quirófano se sintió diferente. Le preguntaba a Dios por qué le ocurrió esto a ella. Era el momento en que comenzaba a poner en duda su fe y la relación con Dios. Recuerda que de joven a sus padres les decía que se separaran porque no podían estar discutiendo siempre.
Finalmente se separaron y no era consciente de esa nueva herida en su vida, la del físico y su cuerpo y la segunda, la separación familiar.En el año 2016 iba a hacer un retiro espiritual y estaba emocionada porque era su primera vez fuera de casa. María Valentina vive muy cerca de su parroquia. Acude con la idea que no iban a ir al retiro por el fallecimiento del fundador.
Se acercaron unos jóvenes y nos dijeron de ir a un retiro que se llamaba Pascua Juvenil. “Lo viví obligada porque quería ir al otro retiro. Era un retiro para entender el Triduo Pascual y vivir a Cristo desde lo sencillo. Me llamó la atención la fraternidad que se vivía”, sostiene.Recuerda que se sintió en casa y se enamoró de Dios conociendo las heridas que tenía. “Decidí dejarme caer en los brazos de Dios porque ya no aguantaba más”.
Hoy forma parte de un movimiento de jóvenes que forman a otros jóvenes en la evangelización. “Fui creciendo cada vez más en la fe. Hoy también soy miembro de la pastoral de medios de mi parroquia. Atender a mucha gente a través de las redes sociales no es fácil”.
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