Testimonio católico: Al sanar su herida, perdonó a su madre y se sintió hija amada de Dios

Mar 23, 2023 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Mariana Lopéz Juárez es una mexicana que vive en Querétaro con toda su familia. Mariana ha crecido en un contexto católico, en una familia católica y con una educación católica. En su último año de la universidad, tuvo la oportunidad de irse a Canadá. En esa etapa su madre estaba en una etapa de depresión muy fuerte que la tenía en la cama. Era una oportunidad para poder despejarse y poder encontrar el sentido que una joven siempre busca. “Me fui a este desierto y Dios me pudo encontrar”, cuenta. 

La universidad tenía un secreto, un lugar para refrescarse y para tomar algo, había siempre unas monjas que siempre estaban. “Podías estar ahí a estudiar, a leer. Al llegar a este lugar dos hermanas me acogieron con mucho cariño y escucha. Me hizo entrar en este calor de hogar”, sostiene. Las hermanas organizaban oraciones Taizé, misas. “El evangelio tocaba el corazón y me respondía. Empecé a palpar ese Dios. Lo experimentaba en todos los rincones”, comenta. 

Regresando de Canadá, quería continuar su camino de fe. Estudió en un colegio de jesuitas y un centro organizaba un taller de espiritualidad ignaciana que impartía su marido. “Fue como un empaparme de este Dios cercano. A raíz de ahí viene una experiencia muy fuerte de Dios”. Otra forma fuerte de fe fue en la época de la pandemia. Un reto para todas las familias. “Aquí fue cuando la herida familiar de mi madre se hizo patente”. Era una herida que no se había sanado y ser madre tocó esas heridas. “Fue un momento ideal para ir más adentro al origen de esas heridas. Así que una vez a la semana retomé la terapia y la oración”. Un tiempo para fortalecer el músculo. “No es fácil dejar que Dios repare ese corazón roto”. 

En este tiempo fue muy nutritiva para Mariana la oración contemplativa. “No era solo la teoría de Dios sino reposar en esa experiencia de Dios y bajar toda la teoría a la experiencia y además llegó a mi vida la Teología del Cuerpo”. Una nueva llamada a seguir sanando esa herida. “Fue como si Dios viniera a poner la cereza del pastel. Fue increíble tocar esa experiencia de Dios”.

Y es que algo que marcó su experiencia con su madre fue el momento del parto con ella que quiso que la durmieran. “Nunca había sentido esa mirada y esa presencia de esa madre que está ahí. Cuando sané esa herida pude sentir al Señor dando la bienvenida”. Se sentía hija amada de Dios y ahora puede transmitirlo a sus hijos y a su familia. Supo perdonar y sentirse perdonada. 

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