Testimonio católico: Abrazó la cruz con la enfermedad, amor y confianza en Dios

Jun 13, 2023 | TESTIMONIOS CATÓLICOS

Gabi Ramos es ingeniero de comunicaciones, de Málaga y padre de familia de tres hijos. Ha viajado mucho, se ha enriquecido mucho con los viajes que ha realizado y es aficionado al baloncesto y los valores que transmite. El 2 de junio del 2015 su vida se paraliza por una leucemia. Ahí su vida cambia por completo. De estar trabajando en su oficina, le encierran en una habitación de aislamiento. 

“Durante ese tiempo te pueden contagiar porque no tienes defensas, después de la quimioterapia recibí un trasplante de médula ósea por parte de mi hermano”, comenta. Aparentemente todo iba bien pero a los tres meses recibe un rechazo y su aparato digestivo empieza a dejar de funcionar. Empezó a perder 700 gramos de peso al día. 

“Me dan un tratamiento experimental como última opción”.  En 2017 tiene una nueva recaída. Actualmente no está curado, sigue en tratamiento. “Mi vida anterior ha desaparecido para siempre, he perdido parte del oído, incluso en las peores circunstancias también hay vida. Abrazar la cruz es justamente eso. Incorporarlo a mi vida”, explica. Ahora reconoce que cuando se despierta, lo valora mucho más que antes cuando tenía que ir a trabajar. Hace especial mención a sus compañeros de habitación que hoy no están, y  que les recuerda por todos los momentos que han compartido juntos. 

“Cuando uno está en esa situación de aislamiento nadie te puede visitar, solamente te podías comunicar detrás del cristal. Tu familia, tus hijos, no te pueden tocar, abrazar y de verdad deseas ese abrazo. Y empiezo a valorar esos abrazos que no dí cuando estaba sano”, sostiene. “El poder que tiene un abrazo y lo poco que utilizamos”, subraya. El primer pilar para Gabi fueron los “famigos” como él llama, aquellos amigos que son familia. El segundo fue el amor. La fe para Gabi en el proceso de su enfermedad fue clave. 

“Empecé a rezar por mi curación; pero un día me levanté muy frustrado, le dije que necesitaba una señal porque no sabía por qué estaba rezando. Ese día me pongo los auriculares y sale la lectura del leproso. La curación del leproso era la señal que parece que necesitaba y le volvió a pedir al Señor la curación de él y de su compañero. Tampoco pasó nada”, explica. Se enfadó tanto que tiró el móvil y estuvo llorando todo la tarde y toda la noche. No podía dormir. Su fe cambió desde ese día. 

“Era consciente que su oración tenía que cambiar. Tenía que ponerme a su disposición, para mi el Señor era mi nuevo jefe. El yo confío cobró una nueva dimensión, poner todos mis talentos al servicio de los demás, saber que hay un Dios que nos ama tanto que nos llevará allá dónde debamos estar, aunque no lo entendamos”. Ahora, su miedo es saber cómo utilizar su vida extra para ayudar a los demás. 

¿Quieres conocer el final de este emotivo testimonio? ¡No te lo pierdas, te dará mucha luz!

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