La tradición cuenta que yendo San Pedro camino a Roma, pasando por Nápoles, encontró a una señora anciana llamada Cándida que estaba muy enferma. El apóstol, en nombre de Jesucristo, la curó.
Después de agradecerle por la milagrosa sanación la mujer pidió a Pedro la intercesión para la curación de un amigo suyo, que también estaba enfermo, Asprento.
Tanto Cándida como Asprento, tras ser curados se convirtieron a la fe y fueron bautizados. Antes de partir San Pedro para Roma, dejó a cargo de la iglesia de Nápoles a san Asprento, convirtiéndose en el primer obispo de la ciudad y permaneciendo en el cargo por 23 años. El palo con el que Pedro curó a Aspreno se conserva en el Tesoro de San Genaro.
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