Simón Pedro entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos sino en un sitio aparte». Así se presentaba la escena el Domingo de Resurrección: un sepulcro vacío, las telas que cubrían el cuerpo en el suelo y un sudario enrollado.
La tradición e innumerables pruebas hablan de aquella tela como Síndone de Turín, pero, ¿y el sudario que cubrió la cabeza? ¿Quieres saber dónde y cómo acabó?
Según la tradición judía la cara de los difuntos debía ser cubierta cuando estaba deformada. Y la sangre y restos sepultados junto al cadáver. Alguien en el Gólgota llevaba una tela y se la puso a Jesús envolviendo su rostro cuando todavía estaba colgado de la cruz. Y esa tela, llamada sudario permanece custodiada en Oviedo (España) desde hace casi mil años.
Reconstrucción de los hechos
Según investigadores el CES (Centro Español de Sindonología) al hombre del sudario de Oviedo «le cosieron un extremo de la tela al pelo de la nuca y a un lado de la cabeza». El brazo derecho más alto impidió que se la envolvieran del todo. Así permaneció unos 15 minutos. Cuando le bajaron de la cruz, «estuvo tumbado en el suelo unos 40 o 60 minutos probablemente mientras lo desclavaban del madero horizontal. Entonces, terminaron de rodearle la cabeza con el sudario e hicieron un nudo. Con la cabeza envuelta, lo transportaron hasta el sepulcro».
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