Desde antiguo, la Iglesia ha elegido normalmente para recordar a los santos el aniversario de su martirio, si bien ello tiene algunas particularidades, pues se le denomina: “Dies natalis”, cuyo significado equivale a decir: día de cumpleaños, no día de la muerte. Y es que lo que celebramos de los santos es su nacimiento a la vida, su nacimiento a la vida eterna.
En el caso de la inmaculada Virgen María, fue un sábado el que fungió para ella como día de martirio, un día de dolor, pues Jesús había muerto. Y tal como profetizó Simeón: “¡A ti misma una espada te atravesará el corazón!” (cf. Lc 2,35). No en vano señala la liturgia que durante los sábados del tiempo ordinario, “cuando se permite la celebración de una memoria libre, se puede celebrar, con el mismo rito, la memoria libre de Santa María”.
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