Por aquella caridad con que acompañaste al joven Tobías guardándole de muchos peligros,
librándole de muchos peligros, librándolo a él y a Sara, su esposa, del cruel demonio Asmodeo.
Devolviéndole la vista a su anciano padre y llenando su casa y familia de toda clase de bendiciones,
te ruego, poderosísimo príncipe, que me asistas en mis enfermedades, me defiendas del demonio,
de la impureza y me acompañes en todos mis caminos, especialmente en mi postrera jornada a la eternidad.
Amén.
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