En San Severino, (Italia) en los años 1560 y 1584 y durante un cierto período de tiempo, varias personas fueron testigos de un hecho increíble en torno a una imagen de la Virgen María.
La imagen de la Virgen María con el Niño Jesús, fue encargada por una familia con dinero del lugar, para colocarla a la entrada de su finca agrícola. La obra fue realizada por el entonces renombrado artista local Giangentile Di Lorenzo en el año 1560.
Cuenta la tradición que en el mismo año que fue pintada la imagen, comenzó a resplandecer con una luz milagrosa, de misteriosas pequeñas llamas suspendidas alrededor del retrato. De este modo, por un cierto periodo, pasantes, curiosos, fieles, como así también las religiosas de los conventos cercanos pudieron admirar el evento extraordinario.
Un acontecimiento aún más impresionante fue la reaparición del milagro en la noche del 16 de enero de 1584 hasta abril del mismo año. A partir de este momento, las monjas clarisas del convento cercano quisieron oportunamente iniciar la construcción de un santuario para proteger la imagen milagrosa y fue denominada Virgen de las luces.
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