Maryella Hierholzer despertó un día con una mancha brillante en el ojo derecho que le impedía ver bien. Milagrosamente, recuperó la visión sin secuelas ni pasar por ningún tratamiento médico. Ella señala que el Rosario y la Eucaristía fueron parte de su curación. Maryella es maestra de formación en la fe de adultos y jóvenes en la parroquia de Indiana en Estados Unidos. Cuenta que cree que fue Dios quién sanó su ojo derecho a través del poder de la Santa Eucaristía. No tiene pruebas de cómo se curó su ojo, pero apunta a que fue Dios el que utilizó su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo Sacramento para lograr esta curación.
En 2004, aproximadamente un año antes de que un problema con su válvula mitral dañara su ojo derecho, sintió el llamado a pasar una hora cada semana orando ante el Señor en la Adoración Eucarística. Una mañana en 2005, no pudo hacer desaparecer una mancha brillante frente a su ojo derecho, pero cuenta que se sintió arraigada en una práctica que le unía más estrechamente a Cristo.
Más tarde ese día, los médicos encontraron un objeto desconocido en ese ojo, que después se relacionó con la válvula mitral de su corazón. Nunca olvidará la expresión en el rostro del especialista en retina de su cita de emergencia, una mirada de sorpresa combinada con gratitud de que su nervio óptico no se hubiera visto afectado. Un par de semanas después, mientras Maryella rezaba el Rosario en la sala de espera de un cardiólogo, la constante luz brillante desapareció de su ojo derecho.
Según pudo expresar todavía aún puede ver el daño en ocasiones cuando el sol brilla intensamente en verano. Y cualquier oftalmólogo puede verlo durante un examen ocular. Pero su resplandor constante desapareció ese día gracias a la intercesión de Nuestra Santísima Madre, lo que me permitió volver a conducir poco después de que ocurriera este mal en mi ojo.
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