Estrella artística y sentimental de la Belle Époque, Liane de Pougy (1869-1950), llegó a ser rica y coleccionó experiencias extremas, burlándose de toda regla moral. Pero en su camino, al final, encontró a Dios. Rino Cammilleri ha contado su historia en su clásica sección Il Kattolico del mensual italiano de apologética Il Timone.
El personaje del que vamos a hablar hoy fue definido por los contemporáneos como «la mujer más bella del siglo». En efecto, lo que realmente daba que hablar era su rivalidad con la famosa Bella Otero, la otra miss Universo que, con sus perturbadores bailes, quitaba el sueño a legiones de hombres de todos los rangos. Se llamaba Liane de Pougy y, si cabe, su escándalo fue el más escandaloso de todos porque no sólo se acostaba con hombres, sino también con mujeres.
Su verdadero nombre era Anne-Marie-Olympe Chassaigne, francesa nacida en La Flèche, en la región del Loira, en 1869. Su padre era un oficial del ejército y su madre una aristócrata. La mandaron a estudiar al internado que los jesuitas tenían en St-Anne-d’Auray, un lugar muy significativo para la fe por haber sido escenario, dos siglos antes, de la única aparición reconocida de Santa Ana, la madre de Nuestra Señora. Tenía dieciséis años cuando se casó con el teniente Henri Pourpre, con quien tuvo a su único hijo, Marc. Este último fue piloto de caza y cayó en el primer año de la Gran Guerra.
Su marido resultó ser un hombre violento y maltratador. Ella, al parecer, no tardó en engañarle e incluso se llevó un disparo de pistola cuando fue sorprendida con su amante. El mal matrimonio duró sólo dos años. Después fue a París y pidió el divorcio, provocando la consternación de sus católicos padres. Que, sin embargo, todavía no habían visto nada.
Liane no tardó en contar entre sus admiradores (eufemismo) con nombres como Maurice de Rothschild, el inglés lord Carnarvon y el conde polaco Roman Potocki. Fue el famoso Edmond de Gouncourt el que acuñó la definición de «la mujer más bella del siglo». Liane llegó a ser muy rica gracias a los regalos, entre otras cosas porque, como ya he dicho antes, se entregaba a ambos sexos.
En 1910, en la cima de su indiscutible fama, se casó con el príncipe rumano Georges Ghika. La unión duró dieciséis años nada menos, hasta que el príncipe se fugó con la mucho más joven Manon Thiebaut, que había sido una de las amantes de Liane. La ex divorciada, actriz, bailarina, cortesana bisexual, escritora y ahora incluso princesa no tardó en consolarse.
La gota que colmó el vaso llegó en un orfanato para discapacitados de Grenoble. Las grandes damas solían hacer obras de caridad, y ella era una princesa. Esos pequeños a los que nadie quería le rompieron el corazón. Fue una monja de aquel orfanato de Saint-Agnès la que le ofreció un hombro en el que llorar. A la muerte de su marido, se hizo monja terciaria dominica y se puso a trabajar en el orfanato. Tomó el hábito y se convirtió en la hermana Anne-Marie-Madeleine de la Pènitence.
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