Entrevista al Padre Ignacio María Doñoro, autor del libro ‘El fuego de María’, donde narra cómo puso en marcha el «Hogar de Nazareth», una labor de ayuda humanitaria y evangelización a más de 300 niños -en medio de la selva peruana- que han sufrido la violencia, el abuso y la pobreza. El Padre Ignacio cuenta cómo fue el propio Jesús, a través de la Palabra, quien le empujó con su «Dadles vosotros de comer» a empezar una aventura en la que nunca le ha dejado solo.
Repasa varias anécdotas en las que, agotadas sus fuerzas humanas, ha sentido cómo la mano del Señor y de su Madre María venían literalmente en su ayuda con auténticos milagros, y todo para que esos niños olviden su dolor y aprendan y puedan amar. Lo recaudado por la venta del libro irá destinado íntegramente al sostenimiento de este proyecto (www.hogarnazaret.es).
Cuando le preguntan qué es el Hogar Nazaret, padre Ignacio María Doñoro contesta que es el sueño de Dios que vivió con María y San José «y allí creció en gracia, creció su humanidad, creo en sonrisas, creció como persona y 2000 años después Jesús vuelve a llevar a los niños, a sus preferidos a la casa de su madre», explica.
Con esta preciosa explicación el padre prosigue contándonos cómo este hogar está compuesto por 300 niños sacados de situaciones absolutamente terribles. Están ubicados en la zona de la Amazonía peruana y al igual que se tratara de una familia están divididos en seis instituciones. Pero, ¿qué significado tiene dadles vosotros de comer?
En el libro, el Fuego de María aparece la historia de esta frase que se remonta hace muchos años en Bogotá donde el padre tuvo que huir, porque esa casa estaba tomada por paramilitares y era muy peligroso estar ahí. «Me encontraba muy mal, había tenido un cólico que me había durado una semana y estuve una semana sin parar de vomitar pero tuve que escaparme porque corría peligro de secuestro y llegué a Bogotá muy cansado a una casa de religiosas», explica.
En aquella casa, le habían hablado de un sacerdote, por si necesitaba algo que pudiera acudir a él. Le recibieron pero le comentaron que en esa casa no alojaban a sacerdotes y que se tenía que marchar porque allí también corría peligro. Se encontraba tan cansado y mal de salud que expresó cómo se encontraba. Lo único que les preguntó en ese momento es si tenían una capilla.
«En la capilla pedí respuesta porque ya no podía más e invoqué al Espíritu Santo. Agarré una Biblia y la abrí por la primera página que me apareciera. La página que señalé fue la multiplicación de los panes y los peces, y era la frase: Dadles vosotros de comer», recuerda.
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