En lo alto de una pequeña colina, a muy cerca del río Deza en la región española de Galicia, se alza una antigua iglesia dedicada a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de O Corpiño. Cuenta la historia que la Virgen se apareció a un grupo de niños pastores que buscaron cobijo de una tormenta en esa vieja iglesia que mucho tiempo atrás -en el siglo VIII- había sido erigida para resguardar el cuerpo incorrupto de un santo ermitaño que había habitado ahí.
De acuerdo con la narración de la página de internet del Santuario, “al penetrar en ella se encontraron de imprevisto bañados de una luz misteriosa y en medio de aquellos resplandores la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en el brazo izquierdo y un ramillete de flores en la mano derecha”. “Ellos -continúa el relato-, acurrucados en una esquina, ven como la Hermosa Señora, envuelta en luz radiante y llena de celestial hermosura, se les acerca sonriente y les dice que hagan la Señal de la Cruz, ellos se santiguan y la tempestad se calma”.
No se sabe muy bien por qué, pero desde inicios del siglo XX, el santuario comenzó a ser especialmente visitado por personas poseídas -o que creen estar poseídas- y acuden ahí para pedir a la Virgen que interceda por su liberación. De hecho, la Iglesia tiene de forma permanente a un sacerdote exorcista atendiendo a los fieles. Más de 150 mil personas acuden cada año a O Corpiño, muchos de ellos durante los días 24 y 25 de junio.
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