Impactante testimonio de sanación y liberación sobre el Divino Niño Jesús, Colombia.
El padre Édgar Palacios nos habla de esta devoción tan especial y es que esta historia se inicia con el padre italiano de origen salesiano Juan del Ris que fue enviado por los salesianos a la ciudad de Barranquilla al norte de Colombia. Estando en esta ciudad ya inicia la devoción de una manera muy sencilla.
El superior del padre Juan del Ris le pidió el favor de que tenían que ir juntos a golpear las puertas de los barrios para pedir ayuda económica porque eran muchos los niños que venían al oratorio salesiano en búsqueda también de pan y chocolate.
El padre no estaba acostumbrado a esta tarea y el primer día cuando regresaron el director le preguntó que cuánto dinero habían recaudado y el padre con tristeza reconoció no haber llamado a ninguna puerta porque no estaba acostumbrado y era duro para él. Pero mañana será otro día y lo volverían a intentar.
Al día siguiente y antes de salir, hizo una oración a Don Bosco y después fue a María Auxiliadora a quien acudía frecuentemente. Así que, estando de rodilla pidiéndole a María Auxiliadora esa fuerza, fijó la mirada en el niño que llevaba María Auxiliadora en sus brazos. En ese momento, él sintió que el Niño le decía: «Llévame a tus problemas». De este modo sintió un coraje y una fuerza interna inmensa como nunca antes había experimentado. El padre se levantó con la idea de llamar a las puertas que fueran necesarias. En su camino se encontró con un compatriota italiano y le contó la angustia en la que se encontraba, el señor en ese momento saca su billetera y le entrega una plata muy significativa. No habían caminado mucho cuando el Niño Jesús se hizo sentir.
¿Qué le había dicho? «Llévame a tus problemas porque estoy contigo». Desde ese día el padre Juan del Riso se enamora de esta figura y de lo que representa.
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SÚPLICA PARA TIEMPOS DIFÍCILES
Divino Niño Jesús
Tengo mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis soledades: acompáñame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En las horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón paternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Amén.
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