El cielo, ¿qué es?, ¿qué hay? Esta es la pregunta que no puede faltar en ninguna clase de catequesis o grupo juvenil o – por supuesto – reunión familiar. Como primera aclaración hay que decir que la vida eterna comienza desde nuestro bautismo y no después de nuestra muerte como muchos piensan, en otras palabras, la vida eterna la hemos empezado a vivir desde ya (si es que somos bautizados), dado que a partir del sacramento del bautismo hemos empezado a participar de la vida divina. Pero, ¿Qué sabemos sobre el Cielo?
Primero que nada, debemos recordar la razón por la cual Dios nos ha creado. Desde la eternidad, Dios es una comunión de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A Dios no le falta nada. Sin embargo, por alguna razón (y ésta razón es el amor), Dios decidió libremente crearnos para luego invitarnos a compartir lo que Él es por naturaleza. Otra de las preguntas habituales es, ¿A quiénes me encontraré allí?
Esta suele ser la pregunta que muchos nos hacemos al momento de pensar tanto en aquellas personas que han partido, como en aquellas que dejaremos en esta tierra cuando partamos nosotros.
La Iglesia enseña que en el cielo experimentaremos un sentido profundo de comunión con todos nuestros hermanos. Por la fe sabemos claramente que la muerte no es el final de la historia; aquellos que han muerto con Cristo también vivirán con Él en la gloria. En el cielo, nos reuniremos con todos aquellos que han vivido el camino de la fe a través de la historia. La verdadera cuestión en la que debemos fijarnos es que tenemos que llegar al cielo. Es el sentido último de nuestra vida y definitivamente sería un fracaso total de la existencia el no haber llegado.
Que Dios nos dé la gracia de alejarnos y eliminar todo aquello que nos aleja de Su amor.
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