Rezar puede parecer cosa solo del alma pero no lo es. Reza el hombre el hombre entero, cuerpo y alma unidos. El cuerpo ayuda mucho a mantener la oración y a darle el tono, expresa lo que interiormente llevamos. Rezar con los cinco sentidos:

-El gusto: el gusto puede ser de ayuda, pues en la Eucaristía comemos y bebemos el cuerpo y la sangre del Señor, pan y vino. Son sabores que nos pueden ayudar a rezar.

-El olfato: es otro sentido muy sugerente, el olor del incienso es un olor que nos transporta al cielo, pues crea con el humo elevándose un halo de misterio y oración grata que sube a Dios. Las flores también desprenden una fragancia y el crisma utilizado en celebraciones como el bautismo, confirmaciones, es del buen olor de Cristo que se difunde. Ese buen olor que se difunde, hemos de ser.

-La vista está presente en todos estos elementos que acabamos de nombrar. Ver elevarse el humo desde la tierra hasta lo alto del cielo evoca en el alma la sensación y las palabras del salmo: Suba Señor mi oración hacia ti como incienso en tu presencia. Las flores tienen unos colores y las vestiduras litúrgicas, las imágenes entran en el fondo de nuestra alma a través de los ojos. Con los ojos del cuerpo, los ojos del alma pueden ver.

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