La vida, juicio y muerte de San Esteban, reconocido como el primer mártir de la Iglesia, se relatan en detalle en los capítulos 6, 7 y 8 del libro de los Hechos de los Apóstoles. Es allí donde encontramos la narrativa completa de su valiente testimonio y sacrificio por la fe. Esteban concluyó su discurso así: «En realidad, el Altísimo no vive en casas fabricadas por manos de hombres, como dice el Profeta: El cielo es mi trono y la tierra el apoyo de mis pies. ¿Qué casa me podrían edificar?, dice el Señor. ¿Cuál sería el lugar de mi descanso? ¿No fui yo quien hizo todas estas cosas?».
«Ustedes son un pueblo de cabeza dura, y la circuncisión no les abrió el corazón ni los oídos. Ustedes siempre se resisten al Espíritu Santo, al igual que sus padres. ¿Hubo algún profeta que sus padres no hayan perseguido? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ustedes ahora lo han entregado y asesinado; ustedes, que recibieron la Ley por medio de ángeles, pero que no la han cumplido».
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