Uno de los más importantes cronistas de las apariciones de Lourdes, el fallecido sacerdote y teólogo francés René Laurentin, cuenta que el 25 de marzo de 1858, Santa Bernadette se despertó en plena noche, embargada por esa alegría sobrenatural que la empujaba a ir hasta la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau. Llevaba tres semanas ensayando la pregunta “ceremoniosa como una reverencia”, según apunta el P. Laurentin, pero que se le complicaba enormemente recordar, debido a su mala memoria, afectada por una vida de sufrimientos físicos y de pobreza extrema:
Señorita, ¿tendría usted la bondad de decirme quién es, por favor?”, le preguntó con valentía a la Virgen. Pero la frase no salió como esperaba. Santa Bernadette confundía las palabras. En ese momento, comenta el padre, la “Señorita” sonrió y dijo: “¿Se estaba burlando, como decía el párroco? No… había tanta amabilidad y tanta bondad en su mirada”.
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