Según la tradición Pedro abandonó Jerusalén para evangelizar desde el centro del Imperio Romano. Pero la Biblia no menciona que Pedro viajase a Roma. ¿Cómo sabemos entonces que es cierto?
Año 312, el general Constantino se convierte en emperador antes de una batalla decisiva tuvo una visión de una cruz en el cielo. Con su conversión, el Imperio Romano pasa de ser politeísta a oficialmente cristiano. Una de sus primeras acciones fue la de construir una basílica. Y lo hace sobre un lugar de difícil acceso, sobre una colina. ¿La razón?
La tradición dice que en ese lugar está enterrado el cuerpo del apóstol Pedro. Pasan los siglos y se mantiene la tradición, pero no había pruebas de que realmente fuese cierta. En 1939 por fin sucede algo extraordinario. Pío XII permitió unas excavaciones bajo el suelo de la actual Basílica de San Pedro y se encontró una auténtica necrópolis, un lugar lleno de tumbas pertenecientes a cristianos del siglo I.
Y lo más curioso… unos 20 metros en línea vertical hacia abajo, justo en la posición exacta donde se encuentra el altar mayor, hay un nicho con restos de mármol donde se encontraron varios huesos pertenecientes a un hombre de entre 60 y 70 años.
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