José Manuel Almuzara es arquitecto desde hace 47 años, estudió en la Universidad de Barcelona. En la carrera, tuvo la suerte o providencia de tener como profesor a un discípulo de Gaudí. Era un hombre pequeño de estatura pero grande de corazón como cuenta José Manuel. Le invitó a conocer la arquitectura de la Sagrada Familia y se fue metiendo poco a poco en el mundo de Gaudí. El tema de Gaudí era algo que le llegaba al corazón.
Gaudí nació en una familia católica, devotos de la Virgen de la Misericordia. Gaudí enfermó, y su madre le llevó a una casa de campo. A Gaudí le educan en ese amor a la Virgen y a la naturaleza. Gaudí se dio cuenta que alrededor suyo había algo maravilloso que era la naturaleza. Esa fue su maestra como bien comenta el arquitecto.
Se fue a Barcelona con su hermano Francesc, Barcelona era una ciudad en pleno desarrollo urbanístico. Se encontró con una ciudad compleja. Termina arquitectura y nada más terminar hace como primera obra una vitrina, en París gana el segundo premio. En este momento cambia ya la vida del gran arquitecto. “En todo el transcurrir de su vida con su último trabajo por la tarde se iba al oratorio de San Felipe Neri, iba a las vísperas. Conversaba con sus grandes amigos.
Estaban trabajando en una lámpara, a su amigo de profesión le dijo: ‘Mañana venid temprano que haremos cosas maravillosas’”. Era un hombre enamorado de su trabajo. Se dedica a profundizar en sus temas arquitectónicos. El arquitecto que iba a construir la Sagrada Familia dimite y se va y es el propio Gaudí el que es el elegido para hacer esta obra grandiosa.
Al principio se dijo de él que se le había subido la fama a la cabeza. Puede ser que en los primeros momentos se sintiera un hombre importante. “Él fue creciendo en sabiduría y virtudes. Muchos lo conocen como arquitecto pero hay que conocerlo como persona y cristiano. San Juan Pablo II también dijo que los laicos estamos llamados a la santidad. Fundamos una asociación en 1992 y a partir de ese momento empezamos a trabajar para demostrar a Gaudí como posible santo” explica José Manuel.
Esperan que pronto Gaudí pueda ser venerable. A la muerte de Gaudí, el sacerdote Gil Paredes demuestra cómo Gaudí era un hombre de fe, de la esperanza en Dios, su amor al papa, su amor por la eucaristía y la importancia del trabajo bien hecho.
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