Andrés Sánchez es colombiano y arquitecto de profesión. Hoy en día vive en República Dominicana. Es el hijo mayor de un matrimonio católico. Su padre tuvo en su juventud cierta rebeldía con Dios. Recibió la fe por tradición y hoy la profesa por convicción. Hoy viene a hablarnos de esa lucha diaria en la fe. Es el director de servicios de una comunidad muy bonita que hay en Colombia que se llama Sin Medida. Tienen presencia en muchas universidades. Toda su vida ha estado rodeada en este contexto de servicio a los demás. A pesar de estar en esa ayuda, en su vida reconoce que al igual que en su familia siempre han sido muy fríos para expresar lo que sienten. “Tengo un primer acercamiento con Dios en el que le digo que no quería continuar así, no quiero no sentir nada, porque no sabía cómo exteriorizar.
Me decían que me comprara una mascota para que aprendiera a ser más humano” explica. Quería ser diferente, así que comienza una lucha interna, un proceso interior fuerte de querer cambiar. Hace varios años conoció a una persona que hoy es su amiga y esta amiga le decía que sabía mucho de teoría, pero de la práctica nada. Le decía que ojalá algún día le rompieran el corazón para que así comprobara lo que se siente. “Me puse como tarea decir a mis padres que te quiero al menos cuando hablé por teléfono con ellos”. Así hizo. Fue un primer gesto de amor hacia una persona muy cercana. Esta falta de expresión de afecto le estaba carcomiendo porque había personas que se alejaban de él por este motivo. “No era capaz de pedir perdón o decir que estaba trabajando en eso. Si se iban de mi vida no me importaba”. Fue un momento de su vida dónde empieza a acudir al Santísimo muy frecuentemente, le costaba mucho ir. Cuando iba, hacía un rato corto. “Le recriminaba a Dios el por qué no podía amar”. A pesar de todo, siempre supo que Dios estaba con él. Tuvo en ese tiempo diferentes momentos de consuelo. Pudo leer la biografía de la Madre Teresa de Calcuta. En ese libro encontró un gran impulso. Así un día lo recuerda perfectamente cómo Dios toca su corazón de una manera que describe como impresionante y “por primera vez en mucho tiempo sentí a Dios en mi corazón, sentí una llamarada”.
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