Cristian Bosh es de Colombia, es actor y su conversión se produjo hace poco. Su abuela fue la que le acercó a Dios pero llegó un punto en su vida que esa llama se fue perdiendo. Era un niño de Rosario y amaba ir a la Iglesia. Recuerda que su abuela era la que le llevaba los domingos a la parroquia. Su abuela era una persona muy devota de la Virgen del Carmen, fue ejemplo para todos. Llega la pubertad, esa edad dónde comienza a alejarse un poco de la Iglesia y a dudar de la existencia de Dios. Así llega la etapa del colegio, el Bachillerato, y con ello sufrió bullying. Ante esto se cuestiona dónde estaba el Señor. Un día la Virgen del Carmen miró al cielo y vió que estaba la Virgen del Carmen con ángeles. No dijo lo que había visto, lo guardó en el corazón para siempre. “Había experimentado muchos desiertos espirituales”.
Había culminado la escuela y empezó a dedicarse al mundo de la actuación. En este momento empieza a preguntarse el por qué de su existencia. Toda esa búsqueda espiritual iba dirigida a saber cuál era su misión en la vida. Todo el abuso por parte de sus compañeros se tornó en rabia. Sufría y lloraba mucho y no tenía en quién refugiarse, no tenía la suficiente confianza como para contárselo. Una amiga le empieza a hablar sobre el budismo y le llamaba la atención. “Le pregunté a esta chica que le contara más sobre esta práctica. En el budismo tuve una serie de situaciones fuertes, porque esto me generaba pesadillas”. Con el paso del tiempo, la ansiedad y la depresión van a más. En el año 2015 tuvo un intento de suicido.
Una anécdota bonita es que, al estar estudiando le tocó hacer las prácticas en una diócesis. Estaba seguro que Dios le había llevado ahí. Un día se despertó muy mal tras haber hecho mantras. Iba en el coche dándole vueltas qué hacer con su vida. Ese día compró lo necesario para envenenarse y fue al trabajo normalmente. “Con una mariposa negra que se posa frente a mí, sí sentí a Satanás que me empujaba a hacerlo. Sentí que me quemaba todo por dentro. Comencé a pedir ayuda y a correr”. Lo único que podía expresar a las personas que me rodeaban era que se quemaba. Le llevaron al hospital y allí le indujeron el vómito y después le internaron. En la clínica comienza a vivir muchas experiencias fuertes. Al salir de la clínica comienza a enfrentarse al señalamiento y el juicio de la gente. “Ante esto me refugio en el arte y con esto me adentro de nuevo en el budismo, el yoga, la meditación”, recuerda.
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