Andrés Mesía es de Lima (Perú), hoy viene a contarnos su historia con Dios. Tiene 23 años y nació en una familia católica. Sus padres siempre le inculcaron la fe, siempre recibió mucho apoyo y cariño. En su infancia siempre encontró un lugar seguro en dónde estar. Sus padres siempre fueron de hablarle con palabras de reafirmación. Recuerda a un padre cariñoso y amoroso. No tenía problemas en mostrar ese cariño a los demás. Su madre le ha enseñado toda la vida a ser feliz. En todas las situaciones, su madre siempre le ha sacado el lado bueno de las cosas. A medida que va creciendo se desarrolla en un lugar creativo, lleno de juegos. Siempre ha estado rodeado de primos y tíos, una familia numerosa. 

Eso le ha hecho aprender a valorar a las personas. A medida que va creciendo, sus padres le enseñan a preocuparse por los demás y el valor del perdón aparte del de la oración. Va pasando el tiempo y cuando tiene 5 años sus padres le cuentan que se van a mudar a vivir con su abuela. Estaban muy emocionados porque estarían con su abuela y además en una casa más grande. La razón era que su abuela había sido diagnosticada de cáncer, se enteraron después. 

Esta situación a la abuela le llevó a deprimirse. “La idea era darle motivos a mi abuela para distraerla de esa depresión que estaba viviendo. Cuando me enteré después me di cuenta como de una enfermedad y algo complicado puede salir algo bonito”. Así nace una relación muy cercana con su segunda madre. Su abuela se convierte en la protagonista principal que le hace entender quién era Dios. En su casa tenía muchas estampitas, rosarios. 

“Veía a mi abuela rezar el Rosario y el Ángelus y eso me va tocando”.  Su abuela le explica que en el Santísimo se encuentra Dios y todo el respeto que hay que tener en ese acto. Empezó a ver a Dios con una mirada distinta. Entra así en un colegio religioso y comienza a aprender la teoría. “Empiezo a ver de qué va esta fe de la que me habían hablado. Empiezo a entender a ese Jesús histórico, entiendo las parábolas”, recuerda. Sucede que en estos primeros años recibe los sacramentos. Esto para Andrés fue muy emocionante. “Me sentía importante y emocionado de ser parte de la Iglesia. En esa etapa sentía mucha curiosidad. Ahí voy encontrando poco a poco respuestas”. Recuerda que le gustaba mucho la clase de Religión. Todos los jueves tenían misa y le proponían ser acólito. 

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