Honey siempre se preguntó quién era. Su vida ha sido realmente un viaje dónde han pasado muchas cosas. La pregunta que le gusta que le hagan es quién no es Honey. Nació en Cuba en una familia católica normal. Casi nadie por aquellos años iba a misa, solo iban a misa unos cuantos valientes. La dictadura comunista ponía difícil acudir a compartir la fe. “Recuerdo cuando nos reunimos a cenar en Navidad cerrábamos las puertas porque no se sabía lo que podía pasar”, comenta. El árbol de Navidad lo tenían escondido en la cocina para que nadie lo viera en el salón y les pudieran denunciar. Fue creciendo con la idea de que sí tenía esa fe, pero tenían que esconderla. Independientemente ella no dejó de creer en Jesús, la Virgen y los santos. 

“Ese estado comunista fue calando en la fe de la gente. Recuerdo un día puntual que nos llevaron al zoológico. No es que tuviera dudas de la fe pero ese día se empezó a plantear el origen de los seres humanos. El profesor nos llevó a la sala de los monos, era el profesor de Biología y era ateo. Nos echa un discurso sobre la evolución”, explica. Honey se considera muy peliculera, recuerda que llegó un momento que ya no escuchaba al profesor, se evadió pensando que los gestos de los monos se parecían mucho a los nuestros. “Vi esa imagen de los monos encerrados y vi la imagen del hombre encerrado. A partir de ese momento empecé a darles de comer. Quería rescatarles”. 

Tenía una película en su cabeza confusa sobre el origen del hombre. Tenía esa inquietud en su corazón. Como su amigo no le quiso ayudar con la comida se hizo amigo de una de las personas que estaban en el zoo. Era un plan loco porque qué iba a hacer con esos monos una vez liberados. “El día de liberar a los monos, todo salió mal y se frustró el plan. Me quedé muy triste”. Mi madre le dijo que reflexionara sobre ello. Estaba avergonzada y culpable por no haberlos salvado. Con el paso del tiempo, vió que la isla, Cuba no tenía futuro y decidió irse del país. Fue muy duro porque se separa de la familia y de todo lo que quiere. “El viajar e irme del país me hizo alejarme de Dios. No tenía tampoco las mejores amistades. Mi vida iba simplemente concentrada en ganar dinero para poder ver a mi familia y mandarles”, reconoce. En esa época estaba muy enojada y frustrada. Regresó a Cuba y la cogieron presa sin ninguna justificación. “Me busqué muchos problemas por tampoco callarme. De alguna forma sentía que me lo merecía y no sabía por qué”. Temía que no pudiera salir del calabozo. Le hice la promesa a Dios que si lograba salir de ahí cambiaría”. Puedes seguirla aquí: https://www.instagram.com/martin73hm?igsh=MWR5OGhkbXhjOGxrdw==

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