Silvana es de una provincia del centro de Buenos Aires. Es jubilada docente, en los planes de Dios estaba que después de esta jubilación tenía que hacer algo pero no sabía en ese momento cual. Fue toda una etapa de servicio. En el año 2021, el 9 de junio le dicen a su hija que no puede ser madre. Rezaron con mucha fuerza para que fuera posible. Ese mismo año les cuentan que al final iban a ser abuelos. Ese mismo año, en junio, se inaugura el cine de la parroquia. La felicidad duró muy poco porque empezaron los problemas en el embarazo de su hija. “Fue un embarazo muy difícil, rezamos mucho”. Su hija estaba a muchos kilómetros y se juntaba además con la pandemia. Ese mismo año, en diciembre, uno de sus hijos contrajo el COVID. Esas fiestas las pasaron cada uno en su casa.
“A mi hija la internan el 29 de diciembre y el 31 gracias a Dios le dan el alta”. El 2 de enero hay una tradición en el pueblo y es que se juntan las diferentes agrupaciones de amigos. Andrés, su hijo, participó en la fiesta que duró todo el día. Cuando terminó la fiesta, tomó su vehículo y falleció en ese accidente. Se enteraron a las 11 de la noche. Silvana estaba saliendo del COVID y su hija acababa de ser madre con un bebé débil de salud. Esa noche cambió la vida de la familia. Estuvieron esperando a que llegara la hija y ver cómo lo iban a afrontar. “Hubo gente linda que hizo trámites que no son nada gratos para aliviarnos un poco el alma”.
“Dios ya ese día me tomó de su mano junto con la Virgen. Nos pusimos de acuerdo como familia. Les pedí que nadie se revelara contra Dios por este suceso. Mi hija pidió a todos que solicitamos ayuda psicológica”, explica. Comienzan así un camino que nunca se imaginó recorrerlo de esa manera. De la mano de Dios, asegura, que este proceso se vive desde otro lugar. Este suceso fue una conmoción para el pueblo porque cualquiera pensó que podía ser su hijo. Caminaron siempre preservando la vida de Pedrito, su nieto. Nació con una cesárea de urgencia.
Este nacimiento renovó y mimó sus corazones. Andrés era una persona que movía cielo y tierra según cuenta la propia Silvana. “Desde allá me sigue dando señales y unas posibilidades totalmente distintas”. Como madre asegura que sí se puede afrontar un proceso como este, por sus otros hijos. “El camino más fácil es tirarte en una cama pensando que ya todo terminó. Hay que tomar consciencia que aquí estamos de paso, tenemos una vida limitada. No somos eternos. Estos temas te sacuden porque son temas que no se hablan”. También piensa que no se termina de tratar porque la partida al cielo de personas tan queridas hace que muchas familias se quiebren.
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