Tatiana Guzmán es colombiana y actualmente vive en Estados Unidos. Fue criada en una familia católica tradicional y estudió en un colegio católico. Tuvo un ejemplo de servicio de parte de su abuela, era una servidora y apadrinaba a los sacerdotes. “Ella plantó la semilla de la fe en mi vida. No dieron los frutos tan temprano pero ahí estaban”, explica.
Su abuela le enseñó a rezar el Santo Rosario y la Coronilla, le regalaba libros de oración pero la oración la tenía presente sólo porque tocaba no por convicción. Siempre les dió regalos de fe, ellos preferían regalos del mundo. Porque creció siempre en ese círculo de fe uno puede pensar que tiene el camino ganado pero no es así.
Cuando llegó la época de la universidad y su abuela falleció sintió que algo se había perdido con ella. Así, se alejó mucho de todo lo que tenía que ver con la iglesia. Comienzan los años de fiestas, del primer amor. Quería explorar y conocer el mundo. En ese momento se dedicaba al deporte, sentía que el Señor le había dado esa pasión para que de alguna forma no se terminara de desviar del camino. Tenía que entrenar todos los días pero los días de fiestas era compatible.
“Sentía un deseo inmenso de casarme, de ser mamá pero nunca me arrodillé ante el Señor para pedir por ese San José. Nunca fue pedida oración”, explica. Esa relación que mantuvo se llenó de muchas dependencias, no fue una sana relación. Estudió Derecho en Colombia y quería comenzar a trabajar pronto para no depender económicamente de sus padres. Comienza a trabajar pero siente que seguía siendo como una forma de llenar su corazón de cosas materiales que no podía llenar de otra forma.
En ese tiempo una vez que terminaron la relación amorosa con su pareja Tatiana involucró a otra persona que le generó más frustración si cabe. Se empezó a sentir muy mal, esto se unió a que sus padres se mudaron de ciudad. “Llegó un punto en que empiezo a tomar licor sola en casa por un tiempo. Me daba por llorar en casa.
Un día una amiga viéndola tan mal la invita a un encuentro muy bonito llamado Emaús. Su amiga quiso hacerse cargo de los costes de este retiro. “Quería en ese momento que Dios me solucionara el problema. Era el Dios bombero”, reconoce. Fue el primer llamado que le hizo el Señor, dejó muchas angustias y tristezas a los pies de la cruz. Necesitaba que le resolviera ese vacío que sentía. Se inicia así su vida en la parroquia. El sacerdote la involucra en las actividades de los jóvenes. “En los retiros de jóvenes fui el vínculo entre los adultos y los jóvenes y en alguno de estos retiros les hablaba sobre sexualidad”.
¡No te pierdas el testimonio completo! Para seguir a Tatiana puedes hacerlo aquí: https://www.instagram.com/vida_personalgrowth?igsh=eHZnZXNkYmJpZTRq
0 comentarios