Andrés tiene 23 años y es de Colombia. En este momento es mensajero en el Líbano, lleva seis meses conociendo la cultura y la fe del país. Su vida de fe comenzó a los ocho años cuando pidió ser bautizado. Su hermano mayor y parte de esa familia tenía más tendencia al protestantismo y al sincretismo. Al principio acompañaba a su madre a las distintas iglesias y denominaciones que existían allí.
Recuerda una vez que uno de los pastores estaba haciendo una reflexión sobre el texto bíblico de picar en una roca, ahí se dio cuenta que la realidad es que sólo existía una iglesia. Todo le llevaba a la iglesia del Señor. “Empecé a leer un poco más sobre lo que enseñaba la iglesia. Fue cuando le dije a mi madre que quería bautizarme en la iglesia. Respetó esa libertad siempre en nosotros”, explica.
Así, se acercó a la parroquia y comenzó a participar de las actividades. Aprendió sobre la liturgia y fue monaguillo. Posterior a esto, cuando tenía 12 años, en una adoración eucarística sintió el darse por entero y no sólo ayudar como estaba ayudando hasta ahora. “Fue discerniendo con el párroco y a través de la vida de los santos. Fue el primer llamado que tuve a dar la vida por él. Pero era muy joven”, comenta.
Pero pasó el tiempo y este acercamiento al Señor se tornó en una rebeldía que le hizo tatuarse y querer experimentar lo que el mundo te ofrece. Siempre tuvo esa voz del Señor que le aplacaba y no le hacía irse del todo del camino. “Volví a la iglesia, a leer la vida de los santos, de los mártires. Pensé en el sacerdocio, en la vida religiosa. Acudí a varias comunidades pero no encontraba esa plenitud así que le seguía preguntando al Señor qué quería de mí”, comenta.
La vida de los mártires le llamó siempre mucho la atención. Y es que su vida estuvo marcada por la falta de padre por lo que su relación con Dios padre resultó ser complicada. “El mundo de hoy no muestra una masculinidad con respecto a lo que es Dios. Había una confusión de ideas. Gracias a Dios encontré el texto bíblico dónde hablaba de San José”.
Le ayudó a ver lo que es un varón de verdad, lo que representaba San José. Marcado por todo el ambiente protestante, era difícil pedir su intercesión porque no la conocía. Quería aprender a quererla porque sabía que ella la ayudaría a conocer más a Dios. “Fue una gracia que el Señor me dió de amarla”, resalta.Estaba terminando ya los procesos con diferentes comunidades y conoció por redes el testimonio de la hermana Guadalupe. Le movía mucho.
¡No te pierdas este conmovedor testimonio!
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