Gracias por todas bendiciones: te agradecemos por la tierra, nuestro hogar; por el cielo y el sol, por el agua y las inmensas colinas, por los vientos que nunca descansan, por los árboles y la hierba.

Te agradecemos por nuestra vida, por nuestros sentidos con los que escuchamos el canto de las aves, vemos el esplendor de los campos de verano, saboreamos las frutas, nos regocijamos al sentir el frío y respiramos el aliento de la primavera.

Gracias porque nos has hecho hijo de Dios por nuestro bautismo, porque nos alimentas con la Eucaristía y sanas nuestras heridas con la confesión.

Querido Padre concédenos infinitas bendiciones continuas durante el próximo año. Y algún día concédenos, al terminar nuestra propia vida, ver tu santo rostro. Esto te lo pedimos en el Nombre de Jesús, tu Hijo, Nuestro Señor.

Amén.