El Apocalipsis es un libro principalmente litúrgico, un libro para celebrar y en el que se celebra, para ser orado y donde se recogen oraciones. Los símbolos rituales y ceremoniales van apareciendo a lo largo del libro, y subrayan su carácter sacro: alabanzas, súplicas, incienso, cantos, altar, perfumes, copas, actitudes orantes.
Todo ello revela que Juan es conocedor del culto y las celebraciones judías, si bien, como es normal, los combina con elementos propios de la cultura cristiana. La liturgia se celebra en dos escenarios: el cielo y la tierra; ambos planos forman parte de una misma realidad. Juan, el vidente, pasa de la tierra al cielo y del cielo a la tierra y contempla el cielo; en ambos escenarios ora y ambos escenarios son el lugar de la batalla entre el bien y el mal.
El Apocalipsis no tiene nada de una proyección fría e insulsa; en él todo es radiante y llamativo. Así, el capítulo seis del libro nos ofrece una muy buena ilustración respecto a los colores: el caballo rojo es sinónimo de la fuerza asesina y podrá fin a la paz en la tierra. Este color coincide con el símbolo universal rojo que es igual a sangre. Puede hablarse así de un poder sanguinario y pensar en las persecuciones y ejecuciones.
Así, el libro pinta un universo coloreado por cinco colores principalmente. La clave para interpretarlos es dada por su uso en el conjunto de la obra. Los atributos que acompañan a los personajes y su relación con el bien y el mal nos proporcionan la interpretación de los mismos. De esta manera, el blanco simboliza la trascendencia y la victoria del Resucitado y de los que triunfan con él (por ejemplo, el vestido de Cristo y de sus discípulos); y el dorado y oro puro, que es el color que Juan reserva para la liturgia y para simbolizar la cercanía al Misterio divino.
En el lado opuesto, otros tres colores representan el rostro negativo de la historia. El rojo escarlata que simboliza lo demoníaco y lo violento (por ejemplo, el dragón), y el verde amarillento para representar la fragilidad de la vida, y el negro que designa la miseria, las amenazas y la injusticia social.
De este modo, los colores utilizados por el autor del Apocalipsis reflejan una profunda reflexión en la manera de como el autor de la obra quiso plasmar la situación que la comunidad cristiana vivía, y comprendiendo el significado, la capacitaba para reconocer no sólo los males que la acechaban, sino también para reconocer a Aquel que los podía ayudar a vencerlos.
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