¿Es posible saber si un ser querido que ha muerto está en el purgatorio? No es lo habitual, pero… ¡algunos santos lo supieron! Como señala el padre Jean-Marc Bot,»el tiempo terrenal es uno, el tiempo del infierno es otro, el del cielo es otro y el del purgatorio es otro». Así, no se puede decir cuánto tiempo permanece el alma humana en el purgatorio:
«La duración de esta purificación necesariamente nos confunde porque ya no se trata de hechos históricos. Está más cerca de lo que llamamos tiempo psicológico. Por lo tanto, podemos imaginar que cada alma del purgatorio tiene una relación muy personal con el tiempo», explica. Así, es posible suponer que, si algunos permanecen por muy poco tiempo, otros podrán permanecer «hasta la venida gloriosa de Cristo al final de la historia universal». Pero en realidad sigue siendo un misterio. Precisa el padre que, «nuestra única certeza es que el trato de cada persona es ‘a medida‘. En este sentido, hay tantos tiempos cualitativos como almas en el purgatorio».
Por lo tanto, es imposible definir el tiempo que cada persona pasa en el purgatorio, así como es imposible saber si esa alma se fue o todavía está allí.
Sin embargo, una señal del pariente fallecido a veces puede indicar que ya no está en el purgatorio. Así tuvo san Juan Bosco la visión de su amigo Luis Comollo después de su muerte. Los dos habían prometido que el primero de ellos en morir advirtiera al otro de su destino eterno. Luis murió poco después. La noche después de su funeral, los compañeros de cuarto de João se despertaron sobresaltados por un ruido aterrador.
Entonces se abrió la puerta del dormitorio, que se inundó de una luz maravillosa, y se escuchó una voz muy suave: «¡Bosco, estoy salvado!».
Santa Faustina también recibió la visita de almas que ella logró liberar a través de sus oraciones y de sus sufrimientos ofrecidos. Las almas del purgatorio todavía iban a ver al Padre Pío para pedirle que rezara por ellas y darle las gracias. El sacerdote, tranquiliza a quienes están preocupados por orar por la purificación del alma de un ser querido cuando este ya puede estar en el Cielo: «Las oraciones nunca son en vano. Hacen crecer el amor».
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